Twin Shadow (Apolo, Barcelona, 29-10-2012)
Sé que soy un pesado con ciertos aspectos y que muchos dirán que esto no viene a cuento, pero es que hay cosas que pasan en mi ciudad que jamás lograré entender. ¿Cómo es posible que un lunes la sala Apolo esté casi llena para recibir a Twin Shadow y en cambio estuviera casi vacía para ver a Lisabö un sábado? De verdad que el mundo del moderneo hipster hace que uno sienta vergüenza ajena. Evidentemente no estoy diciendo que George Lewis Jr. no merezca toda la atención del público barcelonés. No me malinterpreten. Digo que en muchas ocasiones nos dejamos guiar más por modas que por un criterio musical sólido y que los de Irún no cuelguen sold out allí por dónde pasen es toda una injusticia que espero algún día se llegue a subsanar. En fin, ya les he pegado la chapa suficiente y como sé que está es una guerra que jamás vamos a ganar lo mejor es que me ponga al lío y hablemos de lo que nos ocupa hoy que no es otra que la visita de este dominicano criado en Florida y asentado en Brooklyn presentando su excelente segundo álbum Confess (4AD, 2.012).
La noche prometía mucho dado que el público venía con muchas ganas de jarana pero he de decir que el show no me convenció. Fue una mezcla de pequeños detalles que hicieron que, aún teniendo canciones que valen imperios, la emoción llego en contadas ocasiones. Uno de esos pequeños motivos es que George Lewis Jr. tiene menos gracia que Cristóbal Montoro diciendo que tenemos los presupuestos más sociales de la democracia. Sus bromitas entre canciones las encontré un poco fuera de tono, como salir pidiendo ruido y explicando que el ligero retraso en el incio del concierto era porque estaban tomando champagne. Por no hablar de cuando paró una canción y pidió encender todas las luces de la sala para decirnos que tenía entendido que este era el mejor lugar de la tierra dando palmas y no lo estábamos demostrando. Lo que provocó ver hipsters dando palmas pseudo-flamencas. Vamos, que el amigo George con esa pinta de chapero-confidente de los 80 no se ganó mi simpatía.
Pero vayamos a la música, con una banda de cuatro miembros –batería contundente, bajo con aires de nerd, una especie de Alaska en época pegamoides a los teclados y el mismo George a la guitarra- dieron un concierto que fue de más a menos. Abrieron con la luminosa Golden Light seguida de una guitarrera You Call Me On y continuando con una versión en solitario de The One que fue el momento más emotivo de la noche a pesar de algún intento de gorgorito a lo OT que dio pie al momento álgido con dos ases seguidos: una cruda versión de Five Seconds –hitazo sin igual y uno de los mejores temas del año- y When We’re Dancing. A partir de ahí el bajón fue notable. Con Run My Heart ya nos quedó claro que George es muy aficionado al guitar hero y la intensidad fue disminuyendo canción a canción. Los neoyorquinos habían quemado toda la pólvora demasiado pronto y el resto cayó un poco en la autoparodia de la new wave ochentera. Ni tan siquiera la magnífica At My Heels de su primer disco Forget (4AD, 2.010) consiguió que la cosa remontara. Antes de hacer el parón nos obsequiaron con la coreada Be Mine Tonight pero ya era tarde para arreglar nada. Si les soy sincero me quedé a los bises para ver la reacción del público si versionaban Under Pressure de Queen pero no hubo suerte.
En definitiva, Twin Shadow dejaron pasar la ocasión de consagrarse por un setlist mal escogido y un exceso de guitarreo. Pero está es sólo mi opinión porque sólo con ver cómo lo daba todo la chica que tenía al lado ya puedo asegurarles que el de ayer fue uno de los conciertos de su vida.
Fotos de Pablo Luna Chao.
Escucha el setlist del concerto en Spotify
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