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The Wrestler (El Luchador)

the wrestlerPista número uno. En su más reciente película, Darren Aronofsky abandona los torturados senderos de sus primeros trabajos -donde Hubert Selby Jr. era más que una alargada sombra-, así como también el, por momentos, impenetrable discurso filosófico-artístico de La Fuente de la Vida. Pista número dos. La cinta ha sido muy bien acogida por crítica -del Festival de Venecia a los Oscars- y público. Solución al endeble enigma: The Wrestler (El Luchador) es un paso firme de Aronofsky en dirección a un cine narrativo más convencional y el resultado es magnífico.

Dominada de principio a fin por la sorprendente –por excelente- interpretación de Mickey Rourke, The Wrestler narra con inconfundible impulso realista la arrastrada vida de Randy Robinson, antigua estrella de lucha libre americana. Inmaduro aunque honesto, famoso en los ochenta, veinte años después las consecuencias de su peculiar forma de vida lo tienen a un paso de la miseria, de la que sólo escapa los fines de semana, cuando revive en circuitos de tercera o cuarta categoría las heroicas gestas de tiempos mejores.

Lo mejor del film de Aronofsky es que sabe sobreponerse a una historia que parecía condenada a nadar, y ahogarse, entre tópicos de perdedores de salón. Y lo consigue gracias a la feliz reunión de varios factores. Por un lado, el buen trabajo de los actores: al deteriorado Rourke y el grupo de rudos y genuinos luchadores unimos a una sensual Marisa Tomei, en un personaje de desarrollo paralelo como stripper a la que hace tiempo que se le fueron sus mejores días. Por otro lado, su acertado aire de película pequeña, íntima, que se mueve por locales cerrados donde el aire se nota viciado, de estética -cómo no- deslucida, cuando no de absoluto feísmo. Y por último, un guión sencillo y directo, como la desnuda verdad que se esconde tras los teatrales movimientos del luchador sobre el cuadrilátero, y que se reserva un final perfecto con el que poner la nota de cordura en un universo, la cabeza de Randy Robinson, que sólo responde a sus propias e insondables leyes. Una de las películas del año.

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