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Sónar 2013. Día 2 (Barcelona, 14-06-2013)

Jamie Lidell (36)RetP

Sónar 2013 de Día. 2ª jornada: Anenon, Jansky, Za!, La Bien Querida, Foreign Beggars, Elektro Guzzi, Atom TM, Matthew Herbert, bRUNA, Jamie Lidell, Ólafur Arnalds y Modeselektor.

El Sónar continúa casi de manera ininterrumpida ahora que entramos oficialmente en el fin de semana. Aunque la fecha inaugural solo contemplaba el concierto de los Pet Shop Boys en el programa nocturno, ayer viernes sí que hubo continuidad durante la madrugada a una jornada diurna, la segunda, que estuvo cargada de buenos conciertos y propuestas variadas desde las 12 a las 22h. Más sol y más calor para un segundo día que se antojaba a priori como el más dilatado, y no nos equivocamos. Porque empezamos con la electrónica relajante de Anenon a eso de las 13:30, en el escenario indoor Sónar Dôme, y ya prácticamente no paramos. Escuchar electrónica desde por la mañana es una actividad curiosa, y más tras una jornada previa de más electrónica aun: parecía como ese mito urbano que dice que la resaca se cura mejor con más cerveza, y el antídoto de Brian Simons resultó la mejor opción.

Anenon (10)RetPEl norteamericano tiene verdadera fascinación por el saxo, y lo saca a pasear libremente por encima de sus bases hacia la mitad de un set que, expandiéndose como los primeros rayos del sol en una mañana fría del invierno nórdico, mantiene siempre baja la tensión arterial. Atmosférico, procurador de armonías y experto decorador de amplios espacios vacíos, Anenon forma seguramente parte de lo que podríamos llamar electrónica blanca: construcciones metonímicas sutiles que se sustentan en una ligera geografía rítmica que permite el despliegue natural de sonidos claros, limpios y tendentes al orden y a la elegancia plástica del blanco. Su introspectiva presencia de informático o de empollón casaba a la perfección con su música; igual que Jansky, a quienes vimos a continuación, solo que en un plano muy distinto.

Jansky (5)RetPEsta pareja de Mallorca se mueve en el mundo de la electroversia (si es que existe), mezclando electrónica orgánica, una flauta travesera de sable sampleada en directo, sonidos cotidianos de la era moderna y un apartado lírico que, irónicamente, resulta lo más monótono y lineal de su propuesta. Jaume Reus en las bases y Laia MaLo al micro conforman este dúo que construye piezas de poesía mecánica post-racionalista, y que musicalmente se halla cerca de géneros tan distantes como el acid-jazz, el kraut o la tradición vocal del folk mediterráneo occidental. Y sin abandonar el prolífico y variado panorama nacional, nos acercamos ya a la hora de comer al escenario Sónar Hall a ver a los barceloneses Za! montar su imprevisible espectáculo de creatividad desbocada, desobediente y desmadrada. Inspirados siempre en lo absurdo y en lo grotesco, son capaces de transformar en ciencia una música que, de cualquier otro modo, no pasaría de ser una broma pesada.

Za! (28)RetPPapa duPau y Spazzfrica Ehd, con una batería, trompeta, guitarra y con casi cualquier cosa que produzca algún sonido (incluidos los labios para silbar) o que se pueda samplear, hacen del kraut, del noise, de la electrónica matemática industrial y del tribalismo paranoico un todo musical que reverbera en los oídos y que seguramente sirva de banda sonora para los acelerados aquelarres de brujas que, hoy en día, se ve que se hacen en algunos desguaces. Y pese a que su hermanamiento con bandas gallegas como Unicornibot (el batería llevaba una camiseta del Liceo Mutante de Pontevedra) es evidente, también guarda ciertas semejanzas con los propios Jansky e incluso con La Bien Querida, que actuaba a continuación en el Sónar Village. Como los Za!, Ana Fernández-Villaverde accede a terrenos de la electrónica por la vía del rock deformado y convertido en máquina, pero el suyo es un producto más convencional.

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La Bien Querida (25)RetPJuega con la proximidad rítmica del post-punk con respecto a la electrónica, clavando bien el pulso en su directo a fuerza de producción, octapads y teclados, pero sin desabrigarse de los mantos de guitarra que aun podrían colocarla dentro de la escena del noise pop alternativo. Su vinculación con lo emotivo, de todas formas, no significa que languidezca su voz sobre un shoegaze sobrecargado de bombo: fría y un tanto plegada al objetivo real de este evento, La Bien Querida supo interpretar su música con la energía y el falso entusiasmo que ya de por sí se siente en su trabajo. Y tras una pausa justificada para comer, hacia el ecuador de la jornada, volvimos al Sónar Village para asistir al concierto de Foreign Beggars, que efectivamente se planteó como el espectáculo dinámico y vibrante que se nos antojaba.

Foreign Beggars (29)RetPSon de lo mejorcito del hip-hop británico actual, ya que combinan esa aura tan conservadora del buen raper, del auténtico raper, con una amplitud de miras, sobre todo en lo que respecta a texturas y coqueteos con el dubstep, fuera de lo normal para el género. Seguros de sí mismos y perfectamente integrados con la temperatura y la intensidad que reina en el Sónar, Foreign Beggars se marcó uno de los conciertazos de la segunda jornada. Quizá no tan notorio, pero sí igualmente interesante resultó el bolo de los Elektro Guzzi, en el Sónar Dôme, volviendo a la línea general marcada para casi todo el día de rock tipo robocop: un engendro mecánico radical surgido de los restos inservibles de un organismo vivo que se hacía llamar rock. En cierto sentido, muchos de estos artistas están consiguiendo difuminar hasta el límite cualquier concepto de frontera musical, yendo sin problemas de un extremo a otro.

Elektro Guzzi (21)RetPEl trío austríaco alcanza, en ese sentido, cotas desorbitadas que rozan el techno, sobre todo porque renuncian a las voces y al contacto con lo natural, hundiendo más y más los instrumentos más convencionales en una oscura caverna de ritmos binarios y extrarradios pasando a toda velocidad por la ventanilla abierta de un coche negro. En cualquier caso, creo que no hay nada más oscuro que un concierto de Atom TM. El alemán presentaba nuevo trabajo (podría hacerlo casi cada semana), encriptado y hecho a base de roca dura de esa de la que tanto saben los enanos del Rhin, y lo hizo flanqueado por pantallas donde se reproducía una animación bastante parecida a los primeros estadios del arte geométrico-arcaico. Una propuesta en la más pura ortodoxia de la electrónica de toda la vida, aunque sobrada de rectitud.

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bRUNA (1)RetPDespués se agradeció la manga ancha que tienen tipos como Matthew Herbert. Hizo del césped del patio de la Fira de Montjuic una pista interminable de baile a media tarde, demostrando una elasticidad y un agarre en las curvas propio de alguien cuyas habilidades van mucho más allá de la simple labor de Dj. Y con su set de fondo de pantalla nos dimos una vuelta por el Sónar Dôme, donde bRUNA, una de las últimas sensaciones de la electrónica catalana, iba a demostrar el porqué de esa afirmación. Su reconocimiento de puertas para adentro está fuera de toda duda, a juzgar por los aplausos y ánimos que recibió tras un par de fallos técnicos. Éstos, sin embargo, no impidieron que Carles Guajardo dejara constancia de su estilo personal, ni que el público abarrotase también su actuación. Se acercaba la recta final, y aun quedaban tres platos fuertes sobre la mesa, y dos de ellos en un solapamiento imposible de gestionar.

Jamie Lidell (27)RetPLo de Jamie Lidell era fácil de llevar, porque comparado con el esfuerzo mental que supuso luego salir de un recital como el de Ólafur Arnalds para entrar de lleno en una sesión de Modeselektor, no hay contraste o combinación de estilos que se resista. El del condado de Cambridge es también varias cosas a la vez, sí, pero podría decirse de él que es una voz blanca de soul, con delirios de ocupar el trono de rey del (electro)pop, que juega a ser productor con la misma brillantez con la que recubre sus composiciones, visible sin problemas tras las transparencias de un ritmo bailable que no recurre a los extremos a menos que no sea necesario. Colorido y contundente, dentro de una esencia pacífica en cierto modo heredera de la de los ’70, Lidell no se desmarcó en ningún momento de su propia propuesta, impregnándolo todo de un sabor acaramelado más parecido al ron que al whiskey.

Ólafur Arnalds (23)RetPEl último concierto, estrictamente hablando, que podíamos ver era el de Ólafur Arnalds en el Sónar Complex, un maravilloso salón de actos donde el sonido sigiloso y ultrasensible del islandés adquirió estadios de verdadero sobrecogimiento. Acompañado de una chelista, una violinista, su piano, un ordenador y una especie de tablet con la que se dedicó a experimentar, el joven compositor, aseado e higiénico en presencia como en música, deleitó al público con pasajes de su obra maravillosamente interpretados. Cirujano de la música pero con alma de enfermero, Arnalds parece tocar el piano, ya no con la punta de los dedos, sino con escasas células de cada una de sus manos, destruyendo apenas el silencio con una delicadeza y unas fuentes de inspiración más cercanas a la música clásica de cámara que al común de la electrónica. No obstante, demostró con creces el porqué de su presencia en un festival de música avanzada como es el Sónar.

La última imagen, así como el último sonido que nos llevamos del segundo día de Sónar 2013, correspondieron a la sesión de Modeselektor sobre un público al que ya solo le importaba estar de fiesta. Muchos de los asistentes al evento se habían encaminado ya al recinto que albergaría la primera velada de Sónar Noche, pero Gernot Bronsert y Sebastian Szary entusiasmaron a los que se quedaron. Nosotros, sin embargo, optamos por la tercera vía: la de irse a casa a escribir. Mañana más.

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