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Los 50 años del debut de The Doors

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Su primer álbum homónimo se publicó el 4 de enero de 1967. En sólo seis años se forjó una leyenda.

The Doors habían entrado en un estudio de grabación de Hollywood para comenzar a grabar su álbum de debut a finales de agosto de 1966. Con nueve canciones originales y dos versiones de blues, el disco surgió de una alianza compositora entre Morrison y Manzarek. Los dos se conocieron en la Universidad de California, y tantos meses como banda que amenizaba el club de  Los Ángeles Whisky a Go Go les había convertido en expertos ejecutores de blues, pop, jazz, folk y psicodelia, hecho fundamental que por el que Elektra les había fichado. Como dijo Manzarek en una entrevista de 1997: “acabamos combinando lo apolíneo con lo dionisíaco. El lado dionisíaco es el blues, y el apolíneo es la música clásica. El artista adecuado combina el rigor y la corrección apolínea con el frenesí dionisíaco, la pasión y la emoción”.

Como suele ser habitual en una obra de una envergadura como ésta, las cuatro patas son esenciales para conformar el conjunto: el reconocible órgano barroco de Manzarek, el sinuoso fondo de jazz de la batería de John Densmore y los solos de guitarra de Robby Krieger,  un experto en una variedad de estilos, aunque no cabe duda que el magnetismo especial y penetrante del joven Jim Morrison, influído por las lecturas de la Generación Beat,  Rimbaud o William Blake,  otorgaba a la banda un carisma especial que sobresalía del resto de las formaciones de rock emergente de finales de los sesenta. “Siempre me han atraído las ideas que se refieren a la rebelión contra la autoridad”- comentaba Morrison en una entrevista-“Me gustan las ideas sobre la ruptura o el derrocamiento del orden establecido. Estoy interesado en cualquier cosa sobre la rebelión, el desorden, el caos – especialmente la actividad que parece no tener significado. Parece ser el camino hacia la libertad … “

Todo ésto es perfectamente comprensible en el mayor éxito del disco, Light my fire, en el que el genio de Morrison curiosamente aparca su protagonismo, en unos siete minutos de canción con descanso instrumental de jazz con solo de órgano de dos minutos de Manzarek, impulsado por los ritmos de Densmore, antes de caer y dejar espacio para un largo solo de guitarra de Krieger. La compañía de discos quiso publicar una versión reducida como single,  pero el público se acostumbró a la versión larga, la del álbum, y así llegó al nº1 en EEUU. Permaneció en lo más alto de las listas durante tres semanas, durante pleno Verano del amor.

El disco, con otros clásicos como Break On Through (To the Other Side)- que fue un fracaso comercial como single, tal vez una venganza contra su censura- o The End– otra historia edípica, ambiciosa y cinematográfica, que contribuyó  a reescribir las reglas sobre la composición de canciones de rock y, además, se convirtió en un himno generacional – ha vendido más de 20 millones de copias en sus 50 años de existencia, y es, hoy por hoy, uno de los discos de rock más influyentes de todos los tiempos.

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