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[Crónica] The Waterboys (Granada, 17/09/22)

The Waterboys (fuente: 1001musicas.es)

“No estoy de acuerdo con el cristianismo en muchas cosas, y no soy católico ni protestante. Pero usaré su almacén de imágenes”. Así describía en una entrevista reciente en The Guardian el escocés Mike Scott su posición cuando habla de las referencias religiosas, neopaganas o espirituales en sus canciones. Mike Scott, nacido en Edimburgo, formó The Waterboys hace casi 30 años y disfrutó de gran éxito comercial, junto con otras bandas como The Pogues o The Levellers. Después de estar un tiempo en solitario, Scott reformó la banda a principios de la década de 2000 y The Waterboys ha creado música nueva regularmente desde entonces.

Durante mucho tiempo, al menos durante la mayor parte de la década de los 80s y poco antes de su disolución, se consideraba a The Waterboys como una de las bandas de rock con mejor directo de todo el mundo, por encima de muchas que por entonces ya habían alcanzado el estatus de leyenda. De aquellos primeros tiempos solamente quedaban su líder, Mike Scott, junto a Steve Wickham, quien fue fundamental en el diseño definitivo de su sonido. Wickham contribuyó con su violín a la canción The Pan Within en This Is the Sea y fue fundamental en la introducción de la música tradicional irlandesa escocesa de Fisherman’s Blues (1988). Scott reformó la banda siete años después y Wickham “se sintió tan bien que volvió a unirse a la banda”. Por desgracia, después de girar con el grupo durante casi 21 años, el violinista irlandés decidió, justo a principios de este año, dejar los conciertos para “concentrarse en su trabajo”. Con Scott ya como único miembro original, el resto se incorporó en años más recientes: Ralph Salmins (batería, 2011), “Brother” Paul Brown (teclados, 2013), Aongus Ralston (bajo, 2017) y Jess Kay y Zeenie Summers (vocalistas, 2017). En cualquier caso, después de todas estas visicitudes, aun sin llegar a la excelencia que les consagró como uno de los mejores directos de los 90s, The Waterboys mantienen la esencia de gran banda de rock en activo.

The Waterboys (fuente: 1001musicas.es)

La formación venía a presentar en en Teatro del Generalife de Granada – dentro del segundo año del ciclo 1001 Músicas– su último disco de estudio, All Souls Hill, el noveno desde la reforma en el 2000 y nada menos que el tercero consecutivo en un período de tres años. Sin entrar en divagaciones, la banda comenzó con contundencia – era su primera actuación en Granada- con un setlist que alternó canciones de la última discografía con sus primeros (y más celebrados) trabajos: así, Where the Action Is que titulaba su álbum de 2019, Glastonbury Song, de disco de 1993 Dream Harder, realizado con músicos americanos, y, con el punto de inflexión de Ladbroke Grove Symphony, también del disco de 2019, en el que Brother Paul Brond disfrutó- e hizo disfrutar a la concurrencia- tocando con su teclado portátil. También hubo el tiempo justo para el auténtico blues, como la versión del clásico See See Rider Blues que popularizó Ma Rainey. Sin embargo, las principales ovaciones surgieron con las primeras notas de The Pan Within, durante la cual buena parte del público asistente no pudo contener su entusiasmo y se acercó a las primeras filas para bailar de pie al son de la canción. A diferencia de otras actuaciones- parece que a The Waterboys les gusta jugar con el efecto sorpresa alterando el orden de las canciones- su clásico The Whole of the Moon apareció bastante pronto en el setlist, satisfaciendo así a los más impacientes, que se hacían notar entre las butacas. La banda – desde los primeros años políticamente muy activa – evitó, sin embargo, canciones que en estos días podrían parecer más controvertidas, como Old England, un amargo epitafio y un lamento conmovedor y articulado del Imperio. El bis llegó con la esperada How Long Will I Love You?, una canción que fue versionada con gran éxito- quién lo hubiera sospechado- por Ellie Goulding en 2013, para llegar a la despedida y cierre con la versión de Dead Flowers del Sticky Fingers de los Stones. En una entrevista reciente en NME le preguntaron a Scott si The Waterboys quisieron (o pudieron) haber sido tan grandes como U2: “No sé si hubiera sido feliz con eso. No podría haber hecho los cambios de carrera que eran necesarios para llegar allí. (..) Tenía que ir a donde me llevara la música, eso me impedía tomar otras rutas. Tampoco me gustó nunca dar grandes conciertos, me gusta ver el blanco de los ojos y poder oler a la audiencia”.  Efectivamente, en Generalife Scott pudo mirarnos directamente a los ojos y sentir el fervor con nuestra presencia. Tal vez The Waterboys no hayan alcanzado la gloria de otros, pero eso al menos en eso nosotros sí hemos salido ganando.

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