especiales

Bob Dylan – Like a rolling stone

Muchas personas sostienen que los buenos discos son aquellos que te van atrapando con cada nueva audición. Una afirmación, como todas, algo temeraria (¿es que hay alguien que no disfrute desde la primera escucha con los Ramones o los Beatles, por poner un par de ejemplos facilones?). Con una canción puede ocurrir lo mismo; la primera impresión está sujeta a cientos de sombras y luces que se van simplificando y desapareciendo conforme la saboreamos repetidamente. Cuando uno oye por primera vez a Dylan cantar Like A Rolling Stone es complicado no quedarse con algo de ella. Lo bueno, el genial misterio, se halla en lo que va aportando desde ese momento. Se despliegan entonces multitud de capítulos que vamos devorando poco a poco y de forma caprichosa. Mientras uno estará dedicado a seguir mentalmente a Mike Bloomfield durante el viaje, otro tendrá a Al Kooper y su órgano como protagonistas absolutos. Varias posibilidades y caminos a seguir dentro de un intervalo aparentemente invariable, algo muy del gusto del propio Dylan.

Podríamos buscar la génesis de Like A Rolling Stone en la gira británica de 1965. Gracias al documental Don’t Look Back de D.A. Pennebaker (recientemente reeditada en una atractiva versión), podemos ver a Dylan esbozando al piano el esqueleto de la canción. Curiosamente, su amigo Bobby Neuwirth le pide que cante Lost Highway de Hank Williams, que incluye los versos “I’m a rolling stone, I’m alone and lost / For a life of sin I’ve paid the cost”. Poco a poco Dylan fue mecanografiando lo que él ha definido como un texto “muy vomitivo en sus estructura”. Algunas fuentes hablan de que el original llegó a ocupar veinte páginas, otras afirman que “simplemente” se quedaron en seis. También se ha contemplado la idea de que estos textos estarían destinados para Tarántula, la novela caótica y experimental que publicaría algunos años después. El argumento para dicho torrente creativo era una sugerente mezcolanza de odio y venganza. Se ha dicho que todas esas afiladas estrofas (junto al mortal estribillo), estaban dirigidas a Joan Baez. Ésta, sin embargo, señala a Bobby Neuwirth como diana de lujo. También se cita a Edie Sedgwick como figura presente en la mente de Dylan a la hora de escupir Like A Rolling Stone. Sedgwick, a la que Bob conoció supuestamente en 1964, era una actriz y modelo que, tras malgastar la herencia de su familia, comenzó a trabajar de forma gratuita para Andy Warhol. A ella también se le atribuye el protagonismo de otras canciones del de Minnesota como Just Like A Woman y Leopard-skin Pill-box Hat, ambas incluidas en el monumental Blonde On Blonde.

Tras la exhaustiva gira, Dylan completó finalmente el tema en Woodstock ayudado, según sus propias palabras, por el riff de La Bamba de Ritchie Valens. Ahora tocaba darle cuerpo, vida y personalidad. Para ello reclutó primero a Mike Bloomfield, que había pertenecido a grupos como Electric Flag o la espléndida Paul Butterfield Blues Band. Bloomfield aprendió a tocar la guitarra en su ciudad natal, Chicago, donde sus padres habilitaron un lugar donde actuarían diversos grupos de blues. Tras los conciertos, Mike les pedía, dinero en mano, que le enseñaran la técnica y secretos de todo aquello que habían interpretado sobre el escenario. Años después compartiría estudio de grabación con nombres de la talla de Little Brother Montgomery o Muddy Waters. Sin embargo, Dylan le dijo que no quería que tocara nada de blues. Quería contar con él para la grabación de sus próximos temas, pero centrándose en algo que nada tuviera que ver con lo que había hecho anteriormente. Según Bloomfield: “Quería que comprendiera el concepto de la canción y cómo tocarla. Creí que quería blues, porque es lo que yo hago, pero dijo: ‘Hombre, no quiero nada de esas cosas estilo BB King’. Así que me desmoralicé. ¿Qué carajo quería? Jugamos con la canción. La toqué como a él le gustaba y dijo que sonaba bien”. El resto de músicos elegidos para las sesiones de grabación fueron Paul Griffin (piano), Bobby Gregg (batería), Joseph Mack (bajo) y Bruce Langhorne (pandereta). A este selecto grupo se les unió por accidente el guitarrista Al Kooper (invitado por el productor Tom Wilson), que protagonizó una de las anécdotas más recordadas del rock al colocarse frente al órgano Hammond y comenzar a tocarlo sin el permiso de nadie. Wilson le invitó a levantarse, pero Bob intervino y dijo que Kooper, de 21 años, se quedara sentado frente al instrumento.

Like A Rolling Stone se grabó el 16 de junio de 1965 en los estudios de Columbia Records situados en el edificio 799 de Seventh Avenue (Nueva York). Un día antes la canción pasaba por ser un vals de 3/4, de corte lento y con un aspecto más folk que rock (podemos comprobarlo en The Bootleg Series: Vol. 1-3). Horas después la transformación sería radical y excitante, con un resultado que, hasta que no se hubo escuchado en la cabina, se antojaba incierto para todos los que se encontraban presentes en la grabación. Según palabras de Al Kooper: “No había nada escrito, era todo de oído. Y fue completamente desorganizado, completamente punk. Simplemente salió así”. Las diferentes tomas que se grabaron aquel día pueden ser escuchadas en bootlegs clásicos como The Great Single Ever Made (que además incluye versiones alternativas de The House Of The Risin’ Sun y I Shall Be Free) o en reediciones especiales como la del álbum Highway 61 Revisited aparecida en 1995. La toma original tenía una duración de más de seis minutos y medio; suprimiendo la claqueta inicial e incluyendo el fundido final se quedaron en seis minutos y ocho segundos. Pese a que posteriormente estaría incluida en Highway 61 Revisited, Dylan optó por lanzar Like A Rolling Stone como single pese a su duración, algo totalmente impensable por aquel entonces. El 20 de julio se editó y pocas semanas después alcanzaba el número 2 en las listas de Billboard y el 4 en el Reino Unido. Dylan tenía 24 años.

¿Por qué Like A Rolling Stone fue, es y será un punto de referencia tan sumamente interesante e importante? No es muy complicado responder a la pregunta, o al menos intentarlo, si nos detenemos y observamos todo esto desde nuestra cómoda perspectiva temporal. Ya solo el editar un sencillo semejante era una nueva bofetada de las muchas que Dylan asestó en aquellos fructíferos y agotadores años. Un golpe que iba dirigido a todos, ya fueran críticos, artistas, la industria discográfica e incluso su propio público, que aún lamentaba a base de abucheos su imperdonable traición al vestirse con trajes caros, gafas de sol y enchufar la guitarra eléctrica en detrimento de sus raíces folk. Por otro lado, Like A Rolling Stone es, ante todo, un monumento a la inspiración (hecha por y para ella). Ningún artista había plasmado semejantes textos de esa forma en una canción y, ni por asomo, la había interpretado con esa determinación, rabia y altivez. Todo ello se encuentra en el centro de una potente maraña sonora muy complicada siquiera de igualar.

A partir de aquí uno puede investigar donde encontrar el legado de esta canción en diferentes discos y artistas y probablemente obtendrá resultados satisfactorios a los pocos minutos. Desde los Beatles, que a finales del 65 editarían Rubber Soul con reconocidas influencias (sobre todo por parte de John Lennon) y hasta Jack White (White Stripes), son cientos las referencias a la obra de Dylan. Una obra que, en gran parte, se cimentó y construyó a partir de Like A Rolling Stone, a su vez un punto de partida para una buena porción de la historia de la música contemporánea. Gracias a internet podemos conseguir y disfrutar hoy mismo de multitud de versiones del tema, ya sea en las manos de diferentes artistas o en la voz del propio Dylan en directo. La revisión de los Rolling Stones, incluida en su álbum Stripped de 1995 sea tal vez la más conocida. Pero podemos encontrar muchas más que, por lo general, son menos destacadas. Ahí están los homenajes de Bowie, Bob Marley o Spirit, pasando por otros a priori más clandestinos como los de Belfast Food, Waiting Souls o Yo La Tengo. También podríamos recitar una lista con cientos de reconocimientos artísticos de toda índole, tales como ser elegida mejor canción de la historia para la revista Rolling Stone en 2004 o la obra más influyente de los últimos cincuenta años en una encuesta realizada por la revista británica Uncut (por debajo quedaron Heartbreak Hotel de Elvis y She Loves You de los Beatles). Por otro lado, en el 40 aniversario de la creación de Like A Rolling Stone, la editorial Faber & Faber publicaba Like A Rolling Stone: Bob Dylan At The Crossroads de Greil Marcus, un libro dedicado enteramente a la canción y que se antoja totalmente imprescindible para todo buen dylanita.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba