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Beth Gibbons + Rustin’ Man – Out of Season

Beth Gibbons, ella, su voz, era el elemento más elegantemente definidor del grupo más elegante de ese estilo que hizo de la elegancia su razón ser: el trip hop, desde Portishead, la ciudad a las fueras de Bristol de la que provenían y que les dio nombre, uno de los epicentros musicales de los 90.

Ahora, tras un lustro sin tener noticias del grupo que completaban Adrian Utley y Geoff Barrow, y cuando se oyen conatos de voces que anuncian inminentes novedades primaverales, nos podemos contentar al fin, de nuevo, con el virtuosismo de Beth , que junto a Rustin Man, el nombre tras el que se oculta Paul Webb, que fuera pilar del grupo ochentero Talk Talk, han construido una obra que dista simétricamente tanto de los cánones de Talk Talk como de los propios de Portishead. Salvo en la elegancia, siempre la elegancia.

Out of season se abre lentamente, sobre susurros, con Mysteries, nombre que define la onda, misteriosa, que sigue el tema y todo el álbum, el cual va a continuar adentrándose en un territorio oscuro que nos va a evocar, a ratos la música soul, y en otros ambientes de textura frágil y sosegada, quebrando la voz de Beth en cada tema. Tom the model, de los pocos temas lúcidos (en el sentido de claridad, pues la lucidez creativa es determinante en esta obra) es una canción que parece rescatada de otras épocas, de otras divas, lo mismo que Romance, corte que sugiere un sensual abolengo; en Show, vemos las cotas de fragilidad que puede alcanzar una canción, el desgarramiento de una voz, algo similar a lo que ocurrirá, pero si llegar a tan dramático límite, en Resolve; Sand river, Spider monkey, y después Drake, constituyen el armazón central del Lp, sin que baje el listón, dándonos las pautas generales, con toques jazz, austeridad new soul y sobre todo lindeza en el tratamiento de todos los elementos; en Funny time of you, ni siguiera la cercanía al folk se le resiste; finalmente, el elemento electrónico tiene su hueco para cerrar el álbum, en la canción que, casi como guiño, han llamado Rustin’ Man.

En definitiva, un disco que avanza entre angustias y susurros, entre melancolía y delicadeza, un álbum que nos hace reivindicar la vuelta de Portishead, pero también rendirnos a cómo sabiamente Rustin’ Man ha conseguido brindarnos, con la voz de Beth Gibbons, una obra emocionante y certera.

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