Nacho Vegas & Christina Rosenvinge – Verano fatal
A estas alturas resulta algo cansino relatar la historia de la grabación de este disco, pero allá vamos: Nacho Vegas envió un e-mail a Christina Rosenvinge allá por 2001, cuando ésta residía en Nueva York. Por aquel entonces, Christina no conocía nada de la obra del asturiano, más allá de Manta Ray. Posteriormente se conocieron en un Primavera Sound donde compartían cartel, y a partir de ese momento se sucedieron los encuentros. Poco a poco fue surgiendo la idea de realizar algo conjunto de cara al “futuro abstracto”. La oportunidad (o excusa) surgió cuando la revista Rockdelux les propuso hacer algunas actuaciones juntos, para la segunda edición del Rockdelux Weekend Festival, compartiendo cartel con artistas como Kurt Wagner (Lambchop), Eef Barzelay (Clem Snide) o Elvis Perkins. Así que aprovecharon la semana que tenían en Gijón para, además de concretar repertorio y pasear, componer nuevas canciones que posteriormente grabarían en una segunda semana. El resultado es Verano fatal (Limbo Starr, 2007), un minidisco compuesto por siete temas y en donde los personajes de ambos son, en este caso, ellos mismos observados y mimados desde la perspectiva del otro, a base de metáforas, guiños e historias un tanto privadas.
El álbum, una delicia para todos aquellos habitantes del siempre conflictivo planeta indie, navega entre el lado más folk (Que nos parta un rayo) y la electricidad (Verano fatal), pero sin salirse nunca de las directrices más o menos evidentes de ambos artistas. La colisión no hace más que enriquecer una obra iluminada en textos y agradecida en sonoridad gracias, en buena parte, a una banda mixta reunida para la ocasión: Xel Pereda (responsable de la grabación y el Sancho Panza de Nacho Vegas en su última gira acústica), el batería Manu Molina, Charlie Bautista (habitual de Christina a los teclados) y el bajista Luis Rodríguez. Conforme avanzan los minutos, el oyente va reescribiendo las dos semanas de la vampírica pareja, preguntándose si llegaron a salvar el muro de Jericó en alguna ocasión (Me he perdido) o si, por el contrario, cada uno permaneció en su esfera avisando al otro de vete tú a saber qué (Ayer te vi).
Verano fatal es una propuesta interesante y, de momento, irrepetible. Nace de cierta improvisación y urgencia, según cuentan los propios protagonistas, pero las sensaciones que va dejando son totalmente opuestas. Sin duda, un trabajo a añadir a lo mejorcito del panorama nacional de este año, algo a lo que Nacho Vegas está acostumbrado desde hace tiempo.
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