[Crónica] Tindersticks (Lisboa, 13/05/22)
A lo largo de 30 años la formación británica Tindersticks ha mantenido una imagen coherente y que, precisamente por ser ajena a cualquier estilo dominante del momento, nunca ha alcanzado un público mayoritario, ni siquiera como gran cabeza del cartel -como merecería- en alguno de los grandes festivales indies. Su estilo melancólico, enormemente orquestal y exuberante parecía en su momento extemporáneo- si bien su álbum debut fue escogido disco del año en la desaparecida revista Melody Maker- cuando hoy en día es objeto de veneración en la escena independiente, la muestra el éxito de los directos de Nick Cave. Recientemente la banda tuvo la feliz idea de repasar su carrera con un recopilatorio- Across Six Leap Years de 2013 fue apenas una regrabación de diez canciones de su catálogo- con el título de Past Imperfect – The Best of Tindersticks ’92 – ’21 (City Slang, 2022), pero resultó aún más acertada la ocurrencia, planificada antes de la llegada del COVID19, de presentarlo en vivo con una orquesta en una larga gira europea. Así, su actuación en Lisboa -la primera de las dos únicas fechas en la península- fue un espacio oportunamente escogido ya que la banda de Nottingham, ya había lanzado un álbum en vivo realizado en el mismo recinto, Coliseu dos Recreios de Lisboa – October 30th, 2001.
Tindersticks es una banda que conoce de sobra el significado de la orquestación, y no sólo a través de su discografía- al fin y al cabo su estilo siempre se ha definido como chamber pop– sino por su trabajo paralelo en la composición de bandas sonoras, especialmente para la cineasta francesa Claire Denis. Y ese sentido cinematográfico también se insinúa en su sabio sentido de la puesta en escena: en su actuación en el Coliseo, la palestra, asombrosamente vacía al principio de la actuación para desconcierto de gran parte del público, se iba llenando de músicos de forma progresiva. Al principio apenas aparecieron el vocalista Stuart A. Staples y el teclista Dave Boulter, luego con el xilófono, por delante de la guitarra de Neal Fraser y la sección rítmica, para incorporar tímidamente a la primera violinista de la sección de cuerdas dos canciones más tarde, en She’s Gone y Sleepy Song y para finalizar esta especie de primer ciclo a ritmo de mariachi con Her– lo más cercano a la euforia durante toda la noche-donde destacaba el trompetista y saxofonista Terry Edwards. A partir de este momento, la segunda parte- ahora sí con el conjunto al completo- continuó acertadamente con Another Night In, la canción de apertura de su excelente Curtains de 1997- y una de las mejores de su carrera- seguido de City Sickness, el single de su celebrado álbum de debut antes citado. La uniformidad de sonido hizo que las canciones más nuevas, como How He Entered, Both Sides of the Blade o Pinky in the Daylight, encajasen a la perfección con el resto del repertorio, y, tras la versión de Johnny Guitar, la aparición de la vocalista Gina Foster para el dúo de Traveling Light que en 1995 la banda realizaba con Carla Torgerson de The Walkabouts, supuso un nuevo acicate a la actuación. Si bien algunos echamos de menos algunas canciones, como alguna referencia de Simple Pleasure, su álbum de giro al jazz soul, la intepretación en los últimos momentos de canciones como la excelente My Oblivion o Sometimes it hurts, ya en los bises, la pequeña decepción quedó ampliamente compensada.