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[Crónica] Bilbao BBK Live Festival (Bilbao, 6, 7 y 8/07/23)

BBK Live 2023 (Foto Sharon López/BBK Live)

Más de 120.000 personas disfrutaron de los conciertos del Bilbao BBK Live desde el jueves hasta el sábado batiendo el récord de asistencia de la pasada edición. Durante las pasadas tres jornadas, la emblemática montaña de Kobetamendi se ha transformado en un epicentro vibrante de música y emociones. Con una programación de primer nivel, Bilbao BBK Live ha reunido a personas de todos los rincones del mundo para disfrutar de los conciertos en Kobetamendi y Bereziak.

Más de treinta bandas internacionales y nacionales se dieron cita el jueves, primer día, en lo alto de Kobetamendi.  En los primeros minutos el grupo granadino Colectivo da Silva reflexionaba con humor sobre la vida ‘milennial’ en clave de pop de ‘boyband’ en el que se convertiría uno de nuestros escenarios favoritos del festival, el Txiqui, muy cerca de la zona de prensa. Al mismo tiempo en un escenario más grande actuaba Eee Gee, nombre real Emma Grankvist, que presentaba su álbum She-Rex. Mientras sonaba su versión de More than a Woman, nos servía de banda sonora para recorrer un poco las instalaciones y ubicarnos con comodidad para conocer la mejor manera de llegar a los escenarios. En el segundo en importancia, San Miguel, Ry Cuming, más conocido por su nombre artístico RY X,  cantante, músico, compositor y productor australiano, visitaba por primera vez nuestro país. Sus sonidos etéreos, temperamentales y encantadoramente frágiles evocan extensos paisajes naturales, perfectos para el contexto donde nos encontrábamos. La capacidad del trío para trabajar a la perfección su combinación de sonidos acústicos crudos y los elementos electroambientales como un solo organismo sónico era patente en canciones como Let You Go, de su más reciente álbum, Berlin, Howlin o el cierre con Only. Uno de los mayores aciertos dentro de la difícil ubicación de los horarios del festival.

Colectivo da Silva (Foto Alta Fidelidad)

De vuelta a nuestro escenario favorito, el Txiqui, nos esperaban Dry Cleaning en su primera visita, una de las primeras sorpresas en formato directo, ya que en disco les conocemos de sobra. El cuarteto del sur de Londres- que hubiera sido probablemente una de las bandas favoritas ahora del dj John Peel- suena en directo aún más intenso, gracias a la entrega vocal intencionalmente monótona de su vocalista Florence Shaw y su presencia escénica basada en gran medida en gestos leves para resaltar sus letras, a una distancia de las discordantes texturas sónicas que crea el resto de la banda, especialmente el excepcional guitarrista Tom Dowse, el que más disfruta saltando en el escenario con sus riffs prolongados.  La gran complejidad de lo que hace la banda – que recuerda sobre todo a los grandes del post-punk como Mark E. Smith y sus Fall– hace que su brillante y a la vez crudo directo resulte aún más sorprendente y fascinante. Destacaron en especial los últimos momentos frenéticos de Magic of Meghan– de su ep de 2019- y Scratchcard Lanyard, que abría su reciente New Long Leng, con un final reposado de Anna Calls From the Arctic, en el que su  con el final de en el que Nick Buxton cambió batería por saxofón. Una de las primeras sorpresas y otro concierto para repetir en el futuro.

Dry Cleaning (fuente Alta Fidelidad)

Cambiamos de tercio y de escenario con los ritmos shoegaze y electrónica de M83. El cantante principal y guitarrista Anthony González, el único miembro permeable del grupo, se unía en el escenario al multiinstrumentista Joe Berry, el guitarrista Théophile Antolinos, el baterista Julien Aoufi y el bajista Clément Libes para presentar su noveno álbum de estudio recientemente lanzado, Fantasy. M83 dedicó aproximadamente la mitad de su setlist a Fantasy, aunque, por suerte, el grupo alternó las canciones de su nuevo álbum con otros éxitos para deleite de la audiencia como We own the sky o Don´t save us from the flame. Las primeras lluvias- y prácticamente únicas durante el festival- no impidieron que la gente se mantuviese frente al escenario disfrutando de las melodías que desafían las convenciones con su gran orquestación post-rock.

Florence and the Machine (Foto Alta Fidelidad)

Tuvimos que salir un poco antes del final para ponernos en buena posición para el concierto de Florence and the Machine. Ya habíamos disfrutado de su directo el pasado año en el Nos Alive, pero en su actuación todavía no había incluído ninguna de las canciones de su quinto álbum, Dance Fever. La puesta en escena se mantenía igual de mística que en momentos anteriores: en la parte trasera del escenario había una colección de candelabros blancos, todos cubiertos con tela blanca hecha jirones. La banda abrió su set con Heaven is Here, una canción del álbum Dance Fever, seguido por el sencillo principal del álbum, King, con los candelabros elevándose más al final de la canción y Florence, como una hechicera etérea, bailando con los pies descalzos a lo largo del escenario. Tras la formidable Queen of Peace, Florence salió de su zona de confort para caminar junto al público -la cantante londinense se alimenta de la energía de la multitud- en las tres siguientes canciones, gran parte del mismo, emulando a su deidad, ataviado con coronas de flores, ropa vaporosa y maquillaje elaborado. Para Cosmic love pidió que se encendieran las luces de los móviles. Combinando la danza con la canción, dejando que su vestido transparente atrape la luz, es difícil no sentirse seducido por su actuación.

El dúo británico Chemical Brothers formado por Tom Rowlands y Ed Simons hizo honor a su legado ofreciendo un show espectacular en todos los niveles. La última vez que les vimos en vivo fue en el mismo Bilbao, dentro de la edición de otoño del BIME, en 2016, con unos inesperados compañeros de lujo en el foso: los actores de Juego de Tronos que en esos momentos estaban rodando una de las temporadas. El hecho de tener a tu lado a Jon Snow y la Khaleesi bailando juntos al ritmo de Out of control es un espectáculo irrepetible.  En su actuación del BBK Live 2023- la banda es un valor fijo que difícil decepciona, además con un setlist prácticamente inamovible- sonaron viejos éxitos como Do it Again / Get Yourself High, Hey boy Hey girl, MAH, hasta llegar al más reciente single, No Reason. La unión de breakbeats y samples crea un muro de sonido que, cuando se sincroniza con sus diversas imágenes creativas, lleva al oyente a una montaña rusa de sensaciones en bucle. Y la noche no parece tener fin.

Morgan (Foto Alta Fidelidad)

El segundo día del BBK Live comenzó con buen pie con la banda madrileña Morgan, que siempre deja buen sabor de boca. La banda madrileña nos regaló algunos de sus mejores temas como Sargento de hierro, Thank you,  Alone,  The river and stone o el cierre con Marry you.  De nuevo en el escenario Txiqui, nos topamos con Tinariwen. Los guitarristas de la banda emplean un estilo distintivo conocido como «assouf» («nostalgia» en Tamashek), que combina intrincados patrones de digitación con escalas pentatónicas. Por eso, su música transmite tristeza y añoranza al mismo tiempo que proporciona una salida para bailar y olvidar las preocupaciones. Formado a finales de los años 70 por un grupo de músicos tuareg, Tinariwen tenía como objetivo preservar su patrimonio cultural a través de la música. Su nuevo álbum, Amatssou, se traduce como “más allá del miedo” y este álbum refleja el estado cada vez más lamentable del pueblo tuareg en el África sahariana. A lo largo del espectáculo, Tinariwen quiso involucrar a la audiencia con cantos de llamadas y aplausos, fomentando una atmósfera participativa y algún intento por dar las gracias en castellano, para lo cual tuvieron que consultar a la prensa del foso. A Róisín Murphy, que actuaban en el escenario San Miguel, ya la habíamos visto el pasado año en la primera edición del Kalorama de Lisboa, por lo que nos detuvimos poco tiempo, no sin dejar de admirar su capacidad para utilizar el vestuario como una parte importante de la actuación. Sonaron una tras otras piezas de la reina dance como Overpowered, Coocool, The Universe– las más nuevas tuvieron incluso tan o mayor aceptación que las antiguas- o sus éxitos con Moloko como The Time is now y Sing it Back.

Tinariwen (Foto Alta Fidelidad)

Con Pavement, ya de nuevo en el escenario grande Nagusia, nuevo cambio de tercio. Aunque el baterista original Gary Young se fue hace mucho tiempo, Scott Kannberg y Stephen Malkmus todavía tocan con el bajista Mark Ibold, el baterista John West y el siempre entretenido percusionista Bob Nastanovich. Cohesivo, cada canción de su actuación- en la que Kannberg y Malkmus iban alternando la voz principal- fue abrazada con amor, sobre todo por los fans de las primeras filas donde nos hallábamos. Si Stephen Malkmus ejercía de virtuoso de la guitarra y voz, Bob Nastanovich era el que agregaba el toque cómico y cuya interacción provocaba aún mayor entusiasmo en el público, entregando panderetas y segundas voces- y gritos- en In the mouth a desert, Father to a Sister of Thought o Kennel District. Si bien sonaron éxitos más que conocidos- sobre todo de Crooked Rain, Crooked Rain como Cut your hair o Gold Soundz- se presentaron cortes de álbumes menos conocidos pero igualmente impresionantes, como Stereo, Spizzle Trunk o Type Slowly. Un concierto para fans fatales, pasados, presentes y futuros.

Phoenix (Foto Alta Fidelidad)

Phoenix utiliza inteligentemente toda la profundidad de su espacio de actuación. Durante la segunda canción de su actuación en el escenario San Miguel, Entertainment, recreaban el Palacio de Versalles y su Salón de los Espejos, bajo una oscuridad total y unos focos cegadores dirigidos a la multitud.  Thomas Mars estaba más cómodo que nunca ante un setlist que conoce de memoria, y no hubo concesión a los diálogos, como él mismo relataba: «Tenemos poco tiempo para hablar, tenemos siete discos y muchas canciones que tocar», aunque cuando en la primera fila le objetaban, respondía  irónico «Ok, está bien, podemos charlar ¿qué opináis de la comedia francesa actual?». Con un catálogo de siete álbumes, hubo poco de su reciente Alpha Zulu – al contrario que en otros conciertos recientes- en la mezcla final:  Wolfgang Amadeus Phoenix de 2009 forma la mayor parte del conjunto, salpicado de favoritos de Bankrupt, y los siempre preferidos del público de su álbum debut United, Too Young y If I ever feel better. Mars hizo un habitual gesto de sus conciertos, llegar caminando hasta el final para que el público lo trajera en volandas de vuelta al escenario. Nunca decepcionan. Ya casi al final de la noche nos decidimos de nuevo por el siempre interesante escenario Txiqui. Allí nos esperaban- más bien nos hicieron esperar, ya que se retrasaron bastante-The Murder Capital. Con solo dos discos la formación irlandesa ha ganado seguridad y confianza y se transmite en los directos. Una alta intensidad emocional con cortes que construyen crescendos explosivos con la arrogante presencia de  James McGovern que da una nueva definición de lo que puede ser un líder. Tras los favoritos More Is Less y Green & Blue de su álbum debut, la banda comenzó a dar a conocer su reciente álbum Gigi´s World, la parte más emocionante, donde se notó la sincronicidad de sus miembros, con el baterista Diarmuid Brennan llevando el ritmo bajo las guitarras implacables de Damien Tuit y, sobre todo, de Cathal Roper. Post-punk introspectivo pero de alto voltaje. En octubre regresan, una recomendación más para el otoño.

Perfume Genius (Foto Alta Fidelidad)

Para el tercer y último día del festival, comenzamos con la actuación de Perfume Genius en el Escenario San Miguel. La presencia escénica de Mike Hadreas es siempre digna de contemplar, cada movimiento, conforme avanza el concierto, se torna más expresivo que el anterior, y todo ello con una configuración de escenario simple, apenas una silla de madera mientras la banda le rodea. Su pop barroco atrevido y poco común no es fácil para todos los oyentes- con todo no presentó su reciente disco más experimental, Ugly Season– y las canciones, con su sonido impredecible y visceral, se acompañaron de expresivos movimientos de su cuerpo como cuando, en un momento de la actuación, agarró lentamente una extensa gasa del suelo hasta que quedó envuelto en su desorden. Especialmente memorables fueron momentos como Without You, Jason o el cierre con una de sus más conocidas, Queen.  Salimos un poco antes del final para regresar al escenario Txiqui, con la presencia de Cala Vento. Vista la multitud concentrada, al dúo formado por Aleix y Joan le quedaba realmente pequeño ya el escenario, en la que dio rienda suelta a rsu discografía con la apertura de Más que satisfechos, que también inaugura su reciente álbum Casa Linda, para ir directos al trallazo de Isabella Cantó de su debut en 2016 y Passar pantalla en el euskera de Gorka Urbizu, ex Berri Txarrak. Fueron, no obstante, algunas de las canciones de su última entrega las más celebradas:  con No hay manera Joan se lució especialmente a la guitarra con un final más largo que el que aparece en el álbum, mientras que en la coreada Ferrari, contó con la ayuda de un guitarrista, Julen, que se marcó un solo magnífico. Conmigo fue la canción de cierre de la actuación del dúo que recibió su baño de masas mientras el público los llevaba en volandas. Una de las mejores actuaciones del festival.

Mientras dejábamos a Love of Lesbian en su primera actuación en el Kobetamendi desde 2016, nos acercamos al escenario Befeeter con la sana intención de ocupar después buen sitio en la actuación de los Arctic Monkeys. La cantante y rapera de 22 años 070 Shake, la artista nacida Danielle Balbuena, desafió a la multitud con la confianza y la agresividad de una líder punk, con su estilo híbrido de hip-hop a medio cantar, sin banda, solo un DJ en el escenario lateral. Presentaba su álbum publicado hace justo un año, You Can’t Kill Me, aunque también logró ayuda del público para que le hiciera los coros de una  canción nueva, ni siquiera editada, que tenía toda la pinta de ser un futuro éxito en las listas de EEUU.

Arctic Monkeys (Foto Sharon López/BBK Live)
Young Fathers (Foto Alta Fidelidad)

Ya en el escenario grande, con los Arctic Monkeys, a quienes ya habíamos visto el pasado año en el Kalorama de Lisboa, justo cuando acababan de publicar el single adelanto There’d Better Be a Mirrorball, por lo que de aquella no habían sonado ninguna de las canciones de su nuevo álbum The Car. Sin embargo, en Kobetamendi, los de Sheffield compusieronun setlist que supo atrapar a todos los oyentes. Un setlist salpicado de éxitos de Whatever People Say I Am That’s What I’m Not, pasando por Humbug y AM, hasta el citado The Car, lo que demuestra la discografía evolutiva y transformadora de la banda. De hecho su música ahora puede abarcar a varias generaciones, todas las que rodeaban el escenario grande del Kobetamendi. Tal vez en este concierto se notó- mucho más que en el pasado año en Lisboa- el estilo crooner y cinematográfico de dos sus discos más recientes, con una actuación mucho más sosegada, pero sin llegar en ningún momento a la apatía.  Junto al protagonismo indiscutible de Alex Turner- con sus poses provocativas de dandy/rockero, mirando y señalando, cuando cantaba, directamente a alguien del público, probablemente al borde del desmayo- también se lució el resto de la banda, particularmente el guitarrista Jamie Cook, con sensacionales riffs de guitarra y melodías de acompañamiento. Todo ello en un escenario con una mínima estructura de madera así como una bola de discoteca colgada del techo con sabor vintage, que se conviertió en protagonista de un juego de luces hacia el final. Especialmente emocionante fue la intensidad que desprendió, en los bises, la interpretación de I wanna be yours, el tema extraído de AM de 2013, con el público cantando el coro principal de fondo. El sonido de Arctic Monkeys se ha expandido y desarrollado con cada álbum nuevo y, no siempre con elogios universales, pero sus directos se mantienen impecables, todo ello con una mínima interacción con la multitud. Tras ellos nos dirigimos al escenario Befeeter para contemplar otra de las mejores actuaciones de la noche- de nuevo un acierto en el horario- la de los británicos Young Fathers, una de esas bandas que uno contrataría, si pudiera, para cualquier final de fiesta. Soul de la vieja escuela, hip hop, gospel, dance, acid jazz y mucho más, de música frenética y vanguardista y estimulante con tres o cuatro vocalistas que se van alternando o se implican en la misma canción. Especialmente aplaudidas y bailadas sus interpretaciones de In my view, del álbum Cocoa Sugar, de 2015, y I saw, del más reciente Heavy Heavy de este mismo año. Finalmente, el dúo noruego Röyksopp nos hizo esperar prácticamente una hora en el escenario- pidieron disculpas, eso sí, durante la actuación- pero salieron para darlo todo. El dúo Svein Berge y Torbjørn Brundtland pasó del silencio absoluto -su quinto y último álbum , The Inevitable End, es de 2014- a regresar nada menos que con una trilogía de materiales audiovisuales, titulada Profound Mysteries (II y III), respectivamente. Su actuación era realmente un set de DJ semi-en vivo en el que faltaron efectos visuales-muchos más de los que uno esperaba para lo que se tardó en montar todo- con cuatro bailarines haciendo coreografías. No es lo que esperábamos de ellos pero la audiencia pareció pasar un buen rato en esta enorme pista de baile viviente de sábado. Así que sí, seguimos el ritmo de la noche…

La 18ª edición ya tiene fecha: esta edición del festival cierra sus puertas pero ya con fecha confirmada para la próxima edición. Aunque habrá que esperar hasta pasado el verano para conocer a los artistas que conformarán el cartel, Bilbao BBK Live volverá a Kobetamendi los días 11, 12 y 13 de julio de 2024.

 

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