Pink Floyd – Meddle
En enero de 1971, Pink Floyd comenzaron a grabar la continuación de Atom heart mother (Capitol, 1970). Las primeras ideas para este nuevo trabajo se cimentaban en treinta y seis fragmentos sonoros relacionados ocasionalmente entre sí y nacidos de entrechocar botellas de cerveza, utensilios de cocina e incluso una sierra cortando madera. El grupo llegó a celebrar algunas de sus sesiones en los estudios Air, ya que contaban con una mesa de mezclas de dieciséis pistas frente a las de ocho de las que por aquel entonces disponían en Abbey Road. Este curioso proyecto tuvo como título provisional Nothing: parts 1 to 24 y, pese a que terminaría por desecharse, la ocurrencia volvería a tomar protagonismo tres años más tarde aunque con idéntico resultado.
Mientras tanto, el grupo seguía ofreciendo conciertos. En mayo presentaron en el Crystal Palace de Londres un nuevo tema llamado Return of the son of nothing, nombre con el que habían decidido bautizar su próximo álbum. La canción pasaría a denominarse definitivamente Echoes antes de emitirse en el programa de John Peel y entusiasmó a gran parte del público y de la crítica. Echoes es una extensa suite de casi veinticuatro minutos, similar en concepto a Atom heart mother, aunque diferente en cuanto a ejecución y resultado final. En esta ocasión todos los sonidos estaban producidos por ellos (bajo, batería, guitarra, teclado, órgano y poco más) y el desarrollo, pese a sus acusados cambios de ritmo, fluía de forma coherente y emocionante. “Para mí”, cuenta David Gilmour, “hay un gran salto entre Atom heart mother y Meddle, y Echoes en particular. Hay otro gran paso hasta Dark side of the Moon, pero ya se podía ver la dirección que estábamos tomando”. Echoes ocuparía la cara B de Meddle (Capitol, 1971) y pasaría a convertirse en uno de los números más esperados y aplaudidos en sus actuaciones.
El disco se abre con One of these days (I’m going to cut you into little pieces), una pieza instrumental en donde podemos escuchar la voz del batería Nick Mason por primera y única vez en una grabación de los Floyd. El tema comienza con el bajo de Gilmour enfrentado al de Waters, ambos tratados con cámara de eco, para posteriormente explotar eléctricamente con las guitarras en primer plano. Por desgracia, el resto de Meddle no está a la altura del prólogo y, sobre todo, del epílogo del álbum. A pillow of winds y Fearless continúan la línea trazada en Atom heart mother, esto es, melodías acústicas de corte folk pero difícilmente remarcables (de hecho, ninguna fue interpretada en sus directos). Fearless incluye un fragmento del You’ll never walk alone, himno acuñado por los aficionados del Liverpool F.C. y que demostraba la pasión del grupo por el fútbol, especialmente de Roger Waters, que no se perdía un partido del Arsenal cuando las condiciones lo permitían. En la letra no es difícil encontrar referencias a Syd Barrett (“sin miedo, el idiota se enfrenta sonriendo a la multitud”), hecho que se acentuaría posteriormente en Wish you were here (Capitol, 1975) y The wall (Capitol, 1979). La bizarrada de Meddle llega con Seamus, donde podemos escuchar al perro de Steve Marriott (que estaba de gira con Humble Pie y había dejado la mascota al cuidado de Gilmour) entonar un quejumbroso blues. San Tropez, firmada por Waters, probablemente se encuentre entre las composiciones más flojas registradas por la banda.
Para el artwork del nuevo trabajo contaron una vez más con Hipgnosis. La foto de portada, una oreja sumergida rodeada de ondas sonoras que son representadas por el efecto del agua, fue realizada en esta ocasión por Robert Dowling y parte de su inspiración llegó gracias a los fotógrafos Man Ray y Bill Brandt. A Storm Thorgerson, diseñador habitual del grupo, no le gustó. De hecho, su primera sugerencia había sido la de un primer plano del ano de un babuino… Gilmour comentaría años después que “fue extraño darle título y forma al álbum. Nos encontrábamos de gira por Japón. La cubierta se habló por teléfono, y la fotografía de la oreja sumergida no era tan buena como creíamos. Nunca conseguimos destinar la energía que hacía falta para terminar el disco, diseñar la portada y ocuparnos de los pequeños detalles”.
Echoes es probablemente una de las mejores canciones de Pink Floyd. Está en mi Top5 de la banda británica y verla interpretada en el DVD Live in Pompeii es toda una experiencia.