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La película de la semana: Femme

Este thriller de venganza es el debut de los coguionistas y directores británicos Sam H Freeman y Ng Choon Ping.

Oficialmente conocido como el “Código de producción cinematográfica”, el Código Hays estableció pautas estrictas sobre qué tipos de contenido podían publicar los estudios cinematográficos estadounidenses entre 1934 y 1968, como el tabú de la homosexualidad, una temática que debía ser cuidadosamente codificada. A esto se sumó durante muchos años una velada asociación entre la “desviación” sexual y la criminalidad, como prueba que en cierta filmografía, incluída alguna de Hitchcock, el villano (masculino) era homosexual y las (presuntas) relaciones del mismo sexo- siempre objeto de alguna acusación- terminaban en un “trágico final”. En 1968, el Código Hays fue reemplazado oficialmente por el nuevo sistema de clasificación de películas de la Motion Picture Association.

Un punto y aparte fue el galardonado drama criminal de Sidney Lumet Tarde de perros, una historia basada en un hecho real del robo a un banco cometido por un hombre que intenta pagar la cirugía de su pareja. Chris Sarandon recibió una nominación al Oscar por interpretar a la mujer trans Leon, uno de los pocos personajes cinematográficos trans convencionales de la época. Durante los años ochenta se siguieron películas de transición, con más o menos polémica, como Cruising o The Hunger, con David Bowie, junto las películas camp de culto de John Waters, pero fue en los noventa cuando surgiría el llamado “New queer cinema”, con éxitos como Orlando, My Own Private Idaho, Poison. En 1993 surgieron dos películas de argumento muy parecido: The Crying Game de Neil Jordan, cuyo actor secundario Jaye Davidson recibió una nominación al Oscar por su papel de la trans Dil y la menos exitosa M. Butterfly de David Cronemberg, basada en la historia real del diplomático francés Bernard Boursicot y el espía chino Shi Pei Pu.

En apenas dos años To Wong Foo se convirtió en la primera película de estudio explícitamente gay que llegó a la cima de la taquilla, seguida de Las aventuras de Priscilla, reina del desierto, una comedia australiana sobre dos drag queens y una mujer trans. Todo sobre mi madre, que sigue a una mujer que se reconecta con su expareja (una mujer trans), ganó el premio a la Mejor Película en Lengua Extranjera en los Premios de la Academia del año 2000. A partir de ahí se convirtió en habitual la nominación de peliculas con historias LGBTQ+ fuera del cine estrictamente independiente como Brokeback Mountain o The Kids Are All Right. Moonlight hizo historia en 2017 como la primera película LGBTQ+ en ganar el Oscar a la Mejor Película.

En los Premios del Cine Independiente Británico de 2021, los directores Ng Choon Ping y Sam H. Freeman recibieron el premio al Mejor Cortometraje Británico por su cinta de 18 minutos FEMME, que les llevaría a hacer el largometraje, adquiriendo financiación de BBC Films y obteniendo un estreno mundial en la Berlinale de 2023. Para The Guardian “La narración aquí es más compleja y está más estrechamente construida que los habituales clichés. Femme es una historia muy bien elaborada con desarrollos y reveses tensos; te mantiene al borde de tu asiento y las destacadas actuaciones de Stewart-Jarrett y MacKay tienen delicadeza, sutileza y profundidad”. Según Observer “La venganza rara vez es un asunto ordenado. Pero Femme, un thriller erótico queer salvajemente sexy, explora cuán compleja puede ser la retribución”. Para Variety “un par de actuaciones sensacionales de Nathan Stewart-Jarrett y George MacKay (…) representan el principal atractivo de esta elegante fusión encomiable e intransigente de fuegos artificiales de género y un estudio de personajes mesurado y reflexivo”. Según Slant Magazine “Femme aprovecha de manera fascinante las posibilidades radicales de la vestimenta como recurso narrativo, explorando los matices tabú de la subjetividad queer y enturbiando las líneas entre gay y trans de la forma en que tiende a hacerlo la experiencia vivida”. Para The Hollywood Reporter, sin embargo, “dejando a un lado la narración vacilante y la técnica visual descuidada, el paso de dos de ternura y violencia, pasividad y agresión entre Stewart-Jarrett y MacKay te mantiene mirando, con ambos actores superando en su mayoría los clichés en la forma en que se conciben sus personajes. Pero Femme acaba siendo menos subversiva de lo que parece pensar”.

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