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12Twelve – L’univers

De nuevo con Steve Albini en la producción, y dejando Boa para dar el salto a una discográfica independiente con mucha mejor distribución internacional, el pasado marzo 12Twelve editaron L’univers (Acuarela, 2006). Con motivo de la presentación del tercer trabajo de los catalanes, tuve la oportunidad no sólo de darle varias escuchas a este fantástico álbum, sino también de disfrutar de su traslación al directo. Han pasado dos meses desde aquel concierto, y al volver a introducir el CD en el reproductor reconforta ver que no ha perdido un ápice de su interés.

No todo sigue resultando tan bueno, eso sí. Las partes más cercanas al freejazz como 9è 4º, Ruidos pour ondes Martinot et Orchestre o R2 chapa resultan impecables técnicamente, pero ahora algo falla. Tomemos como ejemplo la pieza a la que da nombre el pequeño y cascarrabias robot compañero de C3PO: si bien sobre el escenario suena terriblemente orgánica y visceral, despojada de los elementos propios de la música en vivo pasa de sorprender a resultar demasiado árida.

Pocas pegas más se puede poner al resto de un conjunto grabado en dos días de sesiones en estudio y mezclado en apenas otros tres más. El cambio del bajo eléctrico por el contrabajo y la mayor presencia del saxofón sientan realmente bien al sonido de 12Twelve. En ese sentido valgan como muestra la apertura con Mr. Gesus, 3001 o Autobahn polizei. Ahora definen más sus melodías, en temas mucho más concretos que muestran una cantidad apabullante de buenas ideas.

A ese respecto la colección de adjetivos que podemos emplear para calificar los distintos cortes del álbum podría ser interminable. Nos encontramos desarrollos contenidos e inquietantes en La modelo o Gitanita, frente a composiciones mucho más vibrantes como Ciencia para todos los públicos o Il monstro, cuya espectacular sección rítmica coronada por un wah wah desatado haría que hasta un muerto se levantara y aplaudiera. Tenemos refinada elegancia en Com senyors o Yotuel, introspección y melancolía en los hermosos teclados de Intonarumori, y ambientes cinematográficos en Professor Alí y las dos partes que forman La habitación de Albert.

En esa comparación fílmica podemos encontrar el hilo que une todas las canciones de L’univers, siendo el tema homónimo que lo cierra posiblemente la imagen más nítida en ese sentido. Un universo de temas evocadores que, careciendo de letra, nos otorgan una completa libertad de interpretación. Música que en nuestra cabeza se traduce en películas, en multitud de sensaciones y vibraciones. Jazz ejecutado con total maestría que deja traslucir una absoluta pasión por dibujar mediante notas escenas de lo más variopinto. Poco más que decir, pero mucho que paladear. Que ustedes lo disfruten.

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