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Sexy Bicycle + I Am Dive (Almodobar, Barcelona, 19-01-2013)

Respirando bajo el agua.

Ocurre que cuando me echo una siesta, una buena siesta de esas que se te van de las manos, de las que duran 2 o 3 horas, y de las cuales te levantas ya de noche, me despierto como perdido; me muevo como errante, con medio cerebro desactivado, mientras espero que la noche verdadera me transporte de vuelta al estado natural que es el dormir. Es inútil tratar de vivir con normalidad cuando dos inmensos bloques de sueño están tan cerca el uno del otro, como dos planetas enormes ejerciendo poderosas atracciones; y tú en medio, tratando de no sucumbir cerrando los ojos. Algo parecido me sucedió anoche en el concierto de Sexy Bicycle y I Am Dive celebrado en el Amodobar, un modesto garito a los pies del barrio de Gràcia: no por aburrimiento, sino por el enorme peso y la lenta conquista de la tensión cardíaca y arterial del público ejercida por ambas bandas: como vivir entre dos sueños; dejándote llevar.

En una velada preparada por la promotora local To Be Confirmed y caracterizada por los problemas técnicos, más allá del sonido, I Am Dive, el nuevo proyecto del sevillano Esteban Ruíz, (acompañado ahora por José A. Pérez, también guitarrista de Blacanova), desgranaron poco a poco su Ghostwoods (Fohen Records, 2012), uno de los álbumes más valorados del año que acaba de terminar en el panorama nacional. Lo hicieron teloneados por el también dúo, constituido en Barcelona, Sexy Bicycle, a quienes dieron la alternativa; y lo hicieron con casi una hora de retraso debido a la avería sufrida y padecida del AVE en su salida desde Sevilla, esa misma mañana. Y como colofón final a su odisea de despropósitos, encontraron en el Almodobar una manipulación bastante deficitaria de su sonido desde el soporte técnico. Sin embargo, no pareció que el público sufriera demasiado: tal vez por las propuestas, en exceso relajantes, pero el centenar de asistentes no dio muestras de desagrado en ningún momento.

Incluso se podría hablar de paciencia, no solo con el retraso, sino con la tal vez excesiva dilatación, sobre todo, del primero de los conciertos. Desde luego es buena señal que los Sexy Bicycle tengan repertorio para una hora de bolo con tan solo un Ep, The River (Mama Vynila Records, 2012), de cuatro temas editado, y es innegable que sonaron muy bien, pero al faltarles concreción su concierto acabó siendo un largo rodeo a un gran pedazo de hielo que lentamente se iba derritiendo. Sus canciones, paridas desde el silencio, suelen ser un juego de guitarras acogedor y detallista que permite que la eléctrica cabalgue al trote sobre base acústica. Líquidos, acuosos y de inspiración amazónica, Nika Kvaratskhelia y Nicolás Manzano combinan languidez y soul de manera sorprendente: la asombrosa voz del primero, como un as en la manga, es pura pulsión y fibra.

Fue una noche sin baterías ni bajos. Sexy Bicycle, con inteligencia y templanza rítmica, marcaron el tempo con el talón descalzo de un pie, envuelto en un calcetín gris, con buena mano derecha, sampleando voces, aplausos y rifs, y con unos juguetes que sacaron de una caja de cartón. I Am Dive, por el contrario, recurrió más a la electrónica sutil, a una rítmica vocal más convencional (dentro del shoegaze y el slowcore, géneros que avalan a ambas bandas) y al efecto perpetuo del acompañamiento de Pérez, que desde las profundidades describe el ciclo de las mareas más lentas y grandes que, en el fondo, mueven a la superficie. Porque aunque con ellos parezca casi una frase hecha, los sevillanos parecen respirar y exhalar música bajo el agua: una especie de low-fi submarino que permite verlo todo desde una perspectiva slow motion muy atractiva. Atmosférica, hipnótica e incluso panorámica, la música de I Am Dive se impregna en quien la oye en directo como las partículas de agua a la piel de neopreno de un buzo.

Pero en realidad es una ilusión esa paz que aparentemente impera bajo el agua. Interiorizadas la ingravidez y la dilatación del tempo, aparecen de nuevo los conflictos, los choques y la violencia: solo cambia la percepción del ritmo de impacto. I Am Dive es una banda de respiración lenta, pero de procesamiento imparable. Es verdad, como dicen en Mondosonoro, que los arreglos convierten el producto en algo más humano, más palpable, pero lo cierto es que por muy cerca que la sala Almodobar nos permitiera estar de Esteban Ruíz, éste parece aventurarse en la exposición de su obra como protegido por una escafandra, separado de nosotros; distante, frío. Sabemos que nuestro alrededor, todo lo que nos rodea, es un único elemento gélido, pero podemos observarlo atenta y tranquilamente desde dentro del traje de I Am Dive. Son, de algún modo, exploradores protegidos que nos muestran lo que ven.

Fotos de Pablo Luna Chao.

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