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[Crónica] Richard Bona y Antonio Rey (Teatro Cervantes, Málaga, 01/07/2019)

La relación entre Bona y Rey, basada en una admiración mutua, tiene ahora continuidad con una gira conjunta que recaló ayer en Málaga dentro del festival Terral

Antonio Rey y Richard Bona, durante su actuación. Foto: Daniel Pérez / Teatro Cervantes

Parece ser que la figura de Paco de Lucía resultó determinante para que a Richard Bona le hiciera definitivamente tilín el género musical español por excelencia y, a la postre, terminara armando su The Flamenco Project. En él, el bajista, compositor y cantante camerunés reunió a un elenco encabezado por la cantante onubense Sandra Carrasco y el guitarrista madrileño Antonio Rey, ganador en 2010 del Premio Nacional de Guitarra que hasta el momento ha publicado en solitario cuatro discos de estudio. El último de ellos, Dos partes de mí, editado hace un par de años, contó con la colaboración de, entre otros muchos artistas, Bona. La relación, basada en una admiración mutua, se afianza ahora con una gira conjunta donde al dúo le escolta un notable plantel integrado por Paco Vega (percusión), Mara Rey (cante), Thomas Potiron (violín) y el bailaor Daniel Navarro.

Y habrá que apostar por la continuidad de la agrupación en los próximos meses si nos atenemos al concierto que ofrecieron ayer en el Teatro Cervantes dentro de la programación del festival veraniego Terral. El sexteto exhibió un repertorio en donde los temas eran presentados con las etiquetas propias del work in progress, es decir, del trabajo que aún se está cocinando. De esta forma, sonaron Bulería 1Rumba 2Bolero 3 o Caracoles 4, quién sabe, pero también piezas con nombre propio que recordaron a Sting (Fragile) o Camarón (La leyenda del tiempo). Bona, todo sonrisas y buen humor, otorgó con su bajo —y cantos— profundidad, ritmo y armonía a un cuadro flamenco espoleado por el violín de Potiron y sustentado en la caja de Vega. Mara, por su parte, brilló en una escultural Nana de mi Mara —escrita por Antonio Rey para su segundo álbum, Colores del fuego— mientras que Navarro, espléndido, encandiló al público en cada una de sus intervenciones con un zapateado elegante, contundente.

La magistral lección de Rey anoche, preciso y melódico, alcanzó acaso su cenit cuando sus colegas lo dejaron solo sobre el escenario durante unos minutos de órdago. Bona, afinado como pocos, dispuso asimismo de protagonismo sin cortapisas. Asistido por un pedal a través del que almacenaba y lanzaba sus propios loops, el músico ofreció una fabulosa sesión de arquitectura sónica empleando únicamente los versátiles mecanismos de sus cuerdas vocales, proceso ante el que los Animal Collective más tribales, bloc de notas siempre a mano, asentirían con decisión. Bona, Rey y compañía: aquí hay tema.

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