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My Morning Jacket – Z

El mejor regalo para estas Navidades. Bendecido queda el año con Z (ATO/RCA Records, 2005) y unos My Morning Jacket pletóricos y exuberantes. Sin intención de buscar etiquetas o términos que encierren una serie de grupos enmarcados dentro de una época, resulta a simple vista lógico señalar el curioso énfasis que últimamente están poniendo diversos grupos a la hora de enfatizar la belleza como vía de expresión musical. Una belleza desnuda delicadamente llevada a cabo por detalladas melodías que nadan entre el dream-pop/rock y la psicodelia, expandiéndose voluptuosamente; véase en el caso de los referenciales Mercury Rev y su gran Deserter’s songs (V2 Records, 1998) en los 90 o, ya en el siglo XXI, la excelente forma de unos Flaming Lips con sus dos últimos álbumes, sonido éste bastante cercano al mostrado por My Morning Jacket en algunos de sus últimos temas. También se podría añadir a este pequeño (e imaginario) movimiento a los Arcade Fire más detallistas y melodiosos, o incluso la única y minuciosa armonía de Antony & the Johnsons.

Porque lo que han conseguido los My Morning Jacket de Z es uno de los álbumes más evocadores de los últimos años. Siguiendo un poco la estela de los Pink Floyd setenteros, el slow-core más melodioso de Galaxie 500, las atmósferas preciosistas de Spacemen 3 y My bloody Valentine, junto con este mencionado dream-pop/rock de los Mercury Rev y Flaming Lips, tenemos ante nosotros uno de los seguros discos triunfadores del año. Esas remarcadas atmósferas y melodías tan delicadamente desarrolladas se muestran tanto a través de la ensoñadora voz de Jim James como con los punteos espaciales y envolventes de las guitarras, claramente demostrado en el tema Wordless Chorus, a ritmo del recién estrenado teclista Bo Koster. Otro claro ejemplo, uno de los posibles hits, es Gideon, el cual deja claro que no sólo saben realizar discursos melosos y flotantes, sino que también saben rugir con feroces riffs distorsionados que concuerdan a la perfección con la melodía del grupo.

Se deja notar también esa “educación” rockera de los de Louisville, desde el Elton John de los 70 en temas como Anytime o la genial Lay Low, con cierto color a The Band. Pero por lo que logran esa magnificencia es por el clásico método de guardar las viejas raíces del rock y germinarlas con un toque contemporáneo y auténtico. Algo que logran con rotundidad, como se entrevé en esa mezcla entre el mar experimental pinkfloydiano y las melodías atmosféricas de Flaming Lips en Into the woods. También hay hueco para ese toque reggae de Off the record, con un final que se diluye en un océano instrumental cargado de misticismo; o el melodramático final de Dondante, último tema del disco, donde se distinguen similitudes vocales entre Jim James y Thom Yorke, y donde discurren esos punteos delicadamente sumergidos en el océano mediático que proponen My Morning Jacket, explosionando posteriormente en sufridos riffs guitarreros. Una propuesta singular que te atrae y te hunde en su mar atmosférico. Gran disco.

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