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[Crónica] Radiohead (Madrid, 07/11/25)

Hace justo un año, Jonny Greenwood lanzaba una jarra de agua fría a todos los fans sobre cualquier posibilidad de reunión de Radiohead en 2025: «No hay planes; tenemos muchos proyectos individuales en marcha en este momento», esto a pesar de que dos meses antes ya habían ensayado canciones antiguas. Así que sí, en cierta forma, su nueva gira ha sido una sorpresa bien encubierta. Antes de la gira, Yorke envió a sus compañeros una lista de sesenta y cinco posibles canciones para ensayar. «Las estamos aprendiendo todas a toda velocidad», dijo Jonny Greenwood. «Luego llega Thom y dice: “Mejor no toquemos ni la mitad”». A diferencia de muchas reuniones recientes con repertorios fijos, los conciertos de esta nueva gira de Radiohead variarán cada noche. «Tenemos demasiadas canciones», comentó Yorke.

La banda ha escogido Madrid para la apertura de sus cuatro primeros conciertos y, además, ha optado por un escenario circular situado en medio del público, una solución que el grupo no utilizaba desde que telonearon a Ned’s Atomic Dustbin en 1993. Durante las primeras canciones, la banda permanecía oculta, rodeada de pantallas ligeramente transparentes que proyectaban imágenes de su trabajo en el escenario y que, por suerte, se elevaron gradualmente durante el concierto. A juzgar por las charlas continuas en algunas zonas – esta vez afortunadamente no en la nuestra – muchos de los que estaban allí parecía que venían por la pose – vimos incluso a algún instagrammer extravagante haciendo piruetas en la zona cerca del escenario – pero la gran mayoría asistía para ver a una de sus bandas favoritas. Sorprendentemente, había mucha gente joven – el grupo justo detrás de nosotros se conocía bastantes canciones y no contaba con más de 25 años – y mucho nostálgico de sus primeros años. Hubo momentos para todos.

The Bends, que este año cumplía 30 años, recibió su merecido protagonismo con la apertura de Planet Telex, que también abría el álbum, para continuar por territorios más experimentales con 2 + 2 = 5 de Hail to the Thief, un disco que expresaba la frustración de la era Bush y que tuvo una recepción algo mixta en su lanzamiento, seguida de Sit Down. Stand Up. Thom Yorke deambulaba de un lado al otro del escenario y alternaba su colocación junto al micrófono para que ninguna parte del público se sintiera discriminada. Con Bloom de The King of Limbs, el escenario se tornó aún más exploratorio para dar una vuelta de tuerca con la épica y celebrada Lucky, que Yorke definió como “la primera marca en la pared” del disco de OK Computer. Tras  The Gloaming, el público recibió con ovaciones el inicio de la percusión en capas de There There – con un nuevo baterista y percusionista, Chris Vatalaro, junto a Phil Selway y al joven Greenwood en una tercera batería – que fue creciendo hasta un clímax estruendoso. El concierto- con un sonido más nítido del que esperábamos tras escuchar críticas de los anteriores- continuó con No Surprises para dar paso al cierre con Videotape de In Rainbows, álbum que mantuvo el protagonismo con Weird Fishes/Arpeggi, con gran parte del público cantando coros, al igual que el giro a la electrónica de Everything in Its Right Place, 15 Steps y la caótica y arriesgada krautrock The National Anthem.  Yorke regresó al piano con Daydreaming de A Moon Shaped Pool y volvió a OK Computer con Subterranean Homesick Alien, para subir la intensidad con la acelerada y garajera Bodysnatchers –con los guitarristas Jonny Greenwood y Ed O’Brien dándolo todo en cada esquina – y una interpretación frenética de Idioteque.

El bis, por su parte, incluyó una selección de clásicos: Fake Plastic Trees – coreada por miles de teléfonos en alto – Let Down, Paranoid Android, una concesión a Amnesiac con You and Whose Army?, A Wolf at the Door y, oh, ¡sorpresa!, ya al final de la noche, el rescate de Just de The Bends por primera vez desde 2009, para cerrar con el inevitable Karma Police. Si bien temas de Hail To The Thief y OK Computer tuvieron una presencia destacada, prácticamente la totalidad de las etapas de Radiohead estuvieron representadas. Nunca vimos en un escenario a un Thom Yorke tan feliz – y complaciente –, satisfacción que contagió desde el primer momento a todos los asistentes. La banda incluso aplaudió al público, dejando en el aire la duda de si, tras su última actuación en diciembre, esta despedida constituirá el final definitivo o el comienzo de una nueva etapa.

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