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Liars – Liars

En la carrera discográfica de muchos grupos suele haber determinados discos que marcan una diferencia entre su pasado y su futuro, ya sea por sus diferencias melódicas, rítmicas o incluso literarias. Liars, por su parte, adopta esta postura, no como una opción a realizar en determinados momentos de su discografía, sino como su sello de identidad. Desde sus comienzos en 2001 con su despistado debut, son ya cuatro los trabajos presentados por la banda, y en cada uno de ellos han ido abriendo nuevas sendas o vías de expresión, por las que manifestar un arte más que difícil de clasificar.

A medio camino entre Los Angeles y Europa, la composición de este homónimo Liars (Mute, 2007) ha sido abordada de manera muchísimo más práctica, sencilla y directa que sus pasados trabajos, donde la densidad del sonido, unida a la alta experimentación conceptual, hacían de su propuesta algo único e irrepetible, tanto para lo bueno como para lo malo. Aparcando cualquier posible concepto y centrándose en el formato canción, la duración de los temas incluidos no llega a los cinco minutos y podemos así encontrar una variedad increíble a lo largo de todo el álbum. Resulta muy gratificante comprobar cómo pueden saltar de un estilo a otro, entre canción y canción, sin problemas y logrando un resultado muy acertado. Es curioso ver cómo, siendo éste el disco menos homogéneo y variado de la banda, acaba convirtiéndose en el más completo en cuanto a la calidad de cada una de sus canciones, sin apenas desperdicio alguno.

En su single de presentación, Plaster casts of everything, encontramos a los Liars más fieros y machacones con un riff de guitarra muy pesado, una rápida y dura batería y unos coros tribales que parecen salidos del mismísimo Apocalipsis. De ahí pasamos a uno de los momentos más inspirados y sorprendentes del disco, Houseclouds, donde son capaces de crear un funky orgánico, totalmente novedoso en el sonido Liars, con unos teclados y unos falsetes en la voz de Andrew muy adictivos, y que encajarían perfectamente en el universo Beck. También hay hueco para el sonido industrial de Leather prowler (con cierto aire a Cabaret Voltaire), un tema progresivo y nocturno como Sailing to Byzantium, o la deuda eterna hacia ese noise-rock de mitad de los 80 con el acertado Freak out. Cabe destacar también el aire melancólico, sin demasiados artificios, de algunos momentos del disco, como demuestra Protection, revelando un carácter inusual en Liars y que parecen haber explotado en este disco tan poliédrico. Recogiendo los frutos pasados y mezclándolos con nuevos ingredientes, Liars han apostado por la estructura más teenager de sus temas, demostrándonos que todavía pueden sorprender y cautivar con mayor ahínco a sus oyentes.

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