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[Reseña] The Saints – Long March Through the Jazz Age

Long March Through the Jazz Age es un álbum especialmente significativo, especialmente en la historia del rock australiano, ya que representa la última obra grabada por el brillante e inquebrantable líder de la banda The Saints, Chris Bailey, fallecido en 2022. El disco incluye grabaciones realizadas originalmente a finales de 2018 en Church Street Studios, en Sídney, pero su publicación se produjo tras la muerte de Bailey, lo que lo convierte en un poderoso capítulo final para la trayectoria de cuatro décadas de la banda australiana. El lanzamiento del disco ha coincidido, además, con el que habría sido el 69.º cumpleaños de Bailey.

Si bien The Saints fueron pioneros del punk australiano, este trabajo se inclina hacia una mezcla de folk rock y americana, con arreglos exuberantes y expansivos que conservan el lirismo poético y el carácter punk-rock característicos. En cualquier caso, la banda ya había dejado atrás esa estética a partir de los años 80, incorporando arreglos de cuerda desde su álbum A Little Madness to Be Free (1984) y, aun así, publicando discos brillantes como All Fools Day (1985), con el que además lograron entrar en las listas de EE. UU., antes de regresar a un sonido blues rock más oscuro a partir de finales de los 90.

Para este álbum, que además es el primero de la formación desde 2012, Bailey se reunió con el veterano baterista de The Saints, Pete Wilkinson, y con el guitarrista e ingeniero Sean Carey, quien ya había girado y grabado con la banda. Las sesiones contaron también con la participación del guitarrista invitado Davey Lane (de You Am I) y de un selecto grupo de jóvenes músicos de Sídney en instrumentos de viento, cuerdas y teclados, lo que aporta al álbum sus toques panorámicos, casi “dylanescos”.

La voz de Bailey conserva aquí la profundidad y la solemnidad que solo la edad y la experiencia pudieron aportar a su ya distintiva interpretación. El álbum consigue un sonido crudo y refinado a la vez, con elementos de rock clásico —como el riff con ecos de los Stones en Gasoline—, baladas melancólicas con cuerdas (Judas) y atmósferas sombrías y noir (Carnivore (Long March Through the Jazz Age) o riffs de guitarras como en Break Away, canción que nos evoca especialmente uno de sus grandes éxitos, Just Like Fire Would, después versionado por Bruce Springsteen, sin faltar el épico cierre Will You Still Be There, una despedida definitiva y apropiada con guitarras latinas y trompetas de mariachi.

Pero, sobre todo, en Long March Through the Jazz Age reaparecen esas melodías brillantes de su etapa pop punk de mediados/finales de los 80s y poco habituales en un “disco de despedida”, con un marcado protagonismo de los instrumentos de viento —especialmente la trompeta—, como Resurrection Day, A Vision of Grace o Imaginary Fields Forever. Según comentó su propia banda, Bailey reservó sus mejores canciones para el final, y el resultado es un álbum que suena, no como una colección improvisada de descartes, sino como una declaración artística definitiva y cohesiva, un fiel testimonio de sus cuatro décadas de carrera.

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