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La película de la semana: Una batalla tras otra

Regresa Paul Thomas Anderson, cuatro años después de Licorice Pizza, con una nueva adaptación de una obra de Thomas Phynchon.

La producción es conocida por ser la película más costosa en la carrera de Anderson, quien afirma que la película llevaba muchos años en desarrollo, al menos unos 20. En su conversación con DiCaprio (para Esquire), mencionó que aproximadamente el 80% del guion ya estaba listo cuando se unió al proyecto. Además describe Vineland de Thomas Pynchon de 1990 como una semilla de inspiración, no una adaptación literal. Anderson llevaba años considerando adaptar directamene la novela – como ocurrió con Puro Vicio (Inherent Vice)- pero temía que su amor por el libro interfiriera. Finalmente, la película se convirtió en una combinación de historias independientes que él había escrito, incorporando elementos, especialmente la dinámica padre-hija. Tomó «las partes que me llamaron la atención» y las «robó» como lo haría un escritor, para luego desarrollarlas. Sigue la historia de Bob Ferguson (interpretado por Leonardo DiCaprio), un ex-revolucionario que ahora vive aislado y en un estado de paranoia, manteniendo un perfil bajo junto a su hija, Willa, hasta que un determinado suceso cambia todo de repente. La película está protagonizada por Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Benicio del Toro, Regina Hall, Teyana Taylor y Chase Infiniti, en su debut cinematográfico.

Anderson menciona que tuvo muchas líneas narrativas en mente—por ejemplo, una trama revolucionaria femenina, temas políticos, la estructura de Los Miserables (un primer acto alocado seguido de la asunción de consecuencias)— que con el tiempo se fusionaron en su forma actual. En una sesión de preguntas y respuestas describió cómo una de las secuencias culminantes surgió durante la búsqueda de localizaciones. Condujeron por lo que llaman «el río de las colinas», y la forma en que el paisaje, las curvas y las colinas, la sensación de estar «cegado por las colinas», influyó en cómo se desarrollaría la secuencia final. La producción utilizó, en ese sentido, cierto grado de «caos controlado» en las escenas. Anderson describe momentos en los que se incorporaron eventos externos (un desfile, sonidos ambientales reales) o en los que las cosas no salieron exactamente como se esperaba, pero que dieron resultados interesantes. Así ese «caos» también se materializó a la hora de la dirección: en la sesión de preguntas, Anderson mencionó que rodaron algunas escenas fuera del orden narrativo. Por ejemplo, rodaron la «escena final» al comienzo del rodaje principal. La película parece combinar múltiples tonos: sátira política, acción, drama familiar y elementos surrealistas o absurdos y que, como comenta en Los Angeles Times “podría contarse hace 20 años… podrías tomar esta historia y ponerla en el espacio», sobre cómo tiene un carácter atemporal y sobre la energía caótica que buscaba capturar.

Es una de las películas mejor valoradas de lo que llevamos de 2025. Para Empire «Dentro de unos años, cuando esto salga en la tele a altas horas de la noche, será imposible desconectar. Es una de esas películas. Un clásico instantáneo e irrepetible». Y para Time Out «Los sentimientos principales de la película son la ira y la paranoia. Al observar esta representación de una vida que se vive mirando por encima del hombro, reconocemos que estos son los sentimientos más comunes y profundos de nuestra época.». Según Variety «la sorpresa es que, si bien aborda con gran visión el peligro y la ansiedad de nuestro momento, también es un drama totalmente realista y cercano. Tiene una carga temática, y la película suele ser bastante divertida, aunque de forma indirecta, pero no es una película absurda, didáctica y directa». Para The Guardian «es a la vez seria y superficial, emocionante y desconcertante, una fusión tonal que proyecta una chispa de locura en la pantalla de VistaVision: un gusto adquirido, sí, pero adictivo». TIME añade que «es una comedia de trasfondo sombrío, ambientada en una sociedad donde la violencia parece ser la única respuesta. Anderson no lo encuentra emocionante —si acaso, lo desespera—, pero sigue adelante, señalando algunas verdades tan sombrías y deprimentes que duele reírse de ellas» si bien USA Today rebaja las expectativas: «Sin embargo, lo explosivo no siempre equivale a propulsor en una narrativa cargada de problemas de ritmo y una trama que no necesita dos horas y 40 minutos para explicar su mensaje».

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