La película de la semana: Drácula

Apenas unas semanas después de Frankestein, ahora llega a las salas de cine la nueva versión de Drácula firmada por el cineasta francés Luc Besson
La película de Besson es una adaptación de la novela Drácula de Bram Stoker (1897), pero él la reinterpreta deliberadamente como una historia de amor trágica y romántica; menos una película de terror convencional- género que, según asegura en varias entrevistas, del que no es muy aficionado- y más una reflexión sobre un hombre que espera eternamente a su amada. Besson ha declarado que quería destacar ese núcleo romántico en lugar de hacer una película de terror al uso. «une histoire d’amour rocambolesque et humaine».
La adaptación de Drácula de Bram Stoker por Coppola es una clara referencia para la interpretación visual y romántica de Besson; varios críticos y entrevistas señalan que Besson se apoya en la imaginería gótica romántica al estilo Coppola en lugar de una fidelidad estricta y rigurosa a Stoker. Incluso utiliza tropos vampíricos —colmillos, crucifijos, transformación— pero de forma más lúdica, con un tono «grand guignol» (exagerado y teatral), para no tomarse el vampirismo demasiado en serio. También ha declarado que el tono de la película se inspiró en parte en la música contemporánea y las influencias pop. Además le interesaba más la dimensión de «dandi» de Drácula —una figura culta y refinada, incluso «sin poderes»— que convertirlo en una criatura monstruosa con poderes sobrenaturales desmesurados. Con su protagonista Caleb Landry Jones- a quien el director considera un genio y «musa» de la película- ensayó la fisicalidad -incluyendo danza butoh, un estilo de danza contemporánea japonesa- para lograr un movimiento inusual, más espectral y poético. Jones, que ya había trabajado antes con el director en Dogman, afirmó que muchos movimientos de butoh «tienen una vibra muy a lo Drácula». En definitiva, Besson busca un espectáculo operístico y romántico- junto al artista Patrice Garcia y la diseñadora Corinne Bruand- en lugar del terror inmediato. Además, en Drácula también actúan Zoë Bleu, hija de Rosanna Arquette, Matilda De Angelis, Guillaume de Tonquédec y Christoph Waltz se pone en la piel del sacerdote. En total, unas 900 personas trabajaron en la película; vestuario, decorados, todo se construyó «a mano, sin IA», un regreso intencional al cine artesanal.
Besson filmó bastantes secuencias exteriores nevadas en Finlandia, concretamente Kainuu/Kuhmo, para recrear sus paisajes invernales del norte. Sin embargo, el director trasladó la historia de la Inglaterra victoriana -como en Stoker- al París de 1889, que celebraba el centenario de la Revolución Francesa. Según Besson, esto se debió en parte a razones logísticas, pero también temáticas: el ambiente festivo y la multitud en el escenario contrastan con la tragedia interna de Drácula. El trabajo de interiores y estudio, así como algunas escenas parisinas, se filmaron en la región de París (estudios Dark Matters/Tigery) y en localizaciones de la capital- hay, por ejemplo, una escena en el Palais-Royal, además de otras ubicaciones francesas como el Jura.
La cobertura de la prensa francesa fue, en su estreno veraniego, dispar: algunos medios elogiaron la ambición visual de la película, su banda sonora (Danny Elfman) y la interpretación de Caleb Landry Jones e incluso presentan a Drácula como una especie de «regreso» o renacimiento para Besson, tanto a nivel personal (tras dificultades legales y financieras) como artístico. Otros critican su guión flojo, su excesivo uso de clichés y el tratamiento problemático de los personajes femeninos. El artículo de Le Monde critica especialmente los clichés y la representación de género; otros medios franceses le dieron reseñas más favorables o la calificaron como un gran espectáculo veraniego. La crítica internacional suele reflejar la división de opiniones en Francia: muchos elogian el aspecto visual de la película, la convicción de Besson y su interpretación protagonista, pero critican las decisiones narrativas (los fans de Stoker o del terror clásico podrían quedar decepcionados). El Journal de Bruxelles también se hace eco de este enfoque romántico: supuestamente Besson se centra en una trama menor de Stoker (la reencarnación/reunión) en lugar de en los aspectos de terror o monstruos góticos.

