[Crónica] Santana (Jerez de la Frontera, 04/08/25)

La última parada de la gira española de Carlos Santana fue en Bodegas Las Copas de Jerez de la Frontera, dentro del Tío Pepe Festival. El concierto marcó el cierre de su gira «Oneness Tour» por España, la primera en veinte años.
Para Carlos Santana, Oneness, el lema de su gira, significa que todos somos uno, que todos estamos conectados, «desde las galaxias hasta las estrellas, la Tierra y las personas». Como aquella vez que se presentó en 1969 en el Festival de Woodstock una semana apenas del lanzamiento de su álbum de debut. De hecho las imágenes que acompañaban el comienzo del concierto en el escenario jerezano eran las del gentío de Woodstock, bailando, cantando y saltando en el barro como si no hubiera un mañana, en una armonía que a Santana le gustaría recuperar de alguna forma. Por eso fue la percusión- con Paoli Mejías, Karl Perazzo y Cindy Blackman Santana- acompañada de aquellas imágenes nostálgicas, fuera la auténtica protagonista desde las primeras notas, con Soul Sacrifice y Jingo, donde Santana dejó de lado la guitarra para levantar maracas y silbato como un simple director de orquesta. El músico natural de jalisco permaneció sentado durante gran parte del espectáculo, levantándose ocasionalmente, pero sus dedos sobre la guitarra mantenían casi la misma magia de hace 50 años.
Es curioso porque hubo un tiempo en el que Santana era reacio a interpretar muchos de sus primeros grandes éxitos porque se negaba a quedar anclado, en convertirse en una “reliquia” como él mismo afirmaba. Lo cierto es que gran parte de sus discos de los 80s no lograban colarse en las listas como en el pasado- en España su último gran éxito fue I love you much, too much de Zebop! en 1981- pero su tozudez, sin embargo, tuvo su recompensa cuando Supernatural, en 1999, se convirtió en nº1 en EEUU, en una época donde el rock latino tenía que competir con otros estilos predominantes. El triunfo fue tal que es su disco de mayor éxito y, hoy por hoy, uno de los más vendidos de todos los tiempos.
Así en la noche de la Jerez el favorito de los fans, Jingo- que no fue nº1 en España en el verano de 1970 porque Un rayo de sol no se lo pemitió– precedió al primer sencillo de Santana en el top 10 de Billboard, Evil Ways, seguidas de Black Magic Woman/Gypsy Queen y Oye Como Va, pero sin duda María María fue la que levantó más ovación entre el público de todas las edades. Everybody’s Everything (de Santana III de 1971) también fue un aliciente para bailar y cantar, todo con la energía de sus dos dinámicos vocalistas Andy Vargas y Ray Greene. El bajista Benny Rietveld, un pilar de la banda de Santana desde 1990- y al que más se veía disfrutar el espectáculo dentro del escenario- ofreció un solo que oscilaba entre el jazz fusión y el funk- con homenaje a Albéniz incluído- lo que permitió al líder de la banda un breve respiro fuera del escenario.
No sonó Europa, su nº1 en España, pero sí Samba Pa Ti, uno de los momentos clave de la noche. Todos los sonidos eclécticos de Santana, del afrobeat a las influencias jazzísticas, se conectaban – prácticamente sin pausas entre canciones- con el hard rock de Hope You’re Feeling Better e incluso hubo un guiño para los más jóvenes con la reciente canción compuesta junto a Grupo Frontera, Me retiro. Hubo algún momento para disertaciones excéntricas “Eres un rayo de luz. Eres divino», dijo, señalando al público «Así que cuando te mires al espejo, tómate un tiempo para validarte… Porque eres digno de la gracia de Dios», un lema nos hizo repetir hasta tres veces como si de un ritual se tratara. Put Your Lights On, cantada hábilmente por el guitarrista de apoyo Tommy Anthony, mientras las velas en la enorme pantalla de video detrás de la banda se hacían eco en los móviles de la multitud. El final llegó con el esperado Corazón espinado, una canción que aquí en España fue su mayor éxito de Supernatural. El bis abrió con Toussaint L’Ouverture, una improvisación feroz que permitió a cada miembro de la banda demostrar su maestría, con el momento culminante de la baterista Cindy Blackman en el centro del escenario. Smooth sirvió como cierre de su actuación y de su visita por nuestro país. Tal vez Santana no consiguiera devolvernos a la paz, la unidad, en defintiva, el espíritu de Woodstock, tal y como inicialmente pretendía, pero nos dejó con las mejores sensaciones. Fue, al menos, un armisticio.






