[Crónica] Beth Gibbons (Madrid, 15/07/25)
El primer álbum solista de Beth Gibbons posiblemente no es lo que uno esperaría de un debut de una cantante y compositora. También es cierto que llegó poco después de su 59.º cumpleaños, por lo que no estamos ante un álbum de aprendizaje y florecimiento. Lives Outgrown es, más bien, el disco de existencialismo sombrío de una artista ya experimentada que reflexiona sobre los años transcurridos.
Lives Outgrown recibió elogios de la crítica y fue preseleccionado para el máximo galardón de la industria musical británica, el Mercury Prize. Es una pieza de folk de cámara sublime, a la altura de Spirit Of Eden de Talk Talk. Precisamente, el tema de apertura, Tell Me Who You Are Toda, fue coescrito por Lee Harris, ex baterista de Talk Talk, al igual que otras canciones del álbum, por lo que el aire etéreo de aquel trabajo permanece en el ambiente. Acompañada por una consumada banda de siete integrantes (batería, teclados, percusión, violines y guitarras), Beth Gibbons se había presentado en el escenario del Real Jardín Botánico Alfonso XIII con un breve saludo y sin apenas hablar, hasta la quinta o sexta canción. En ese momento, ofreció un simple agradecimiento, un sentimiento que repitió con emoción de vez en cuando durante el espectáculo, aunque siempre con su natural timidez. Gibbons permaneció casi en sombras, oculta tras la neblina del escenario, con una iluminación que alternaba entre rojos, azules, morados y otros tonos que oscilaban en función del mayor o menor dramatismo de la velada.
Especialmente meritoria fue la ardua labor instrumental de Howard Jacobs (clarinete, vibráfono, timbales, saxofón barítono, flauta, bombo, percusión, metales y gongs, flauta dulce, guitarra martillada y coros) y de los dos violinistas, Richard Jones y Anisa Arslanagic. Sin embargo, toda la banda parecía perfectamente ensamblada, de tal forma que ningún miembro parecía estar fuera de lugar: todos los instrumentos guardaban el perfecto orden y armonía que exigía cada canción. Floating On A Moment, con su clavicordio resonando, recibió buena acogida, mientras que Rewind permitía acelerar el ritmo de la batería con su aire grunge. El momento clave llegó a mitad del concierto con la maravillosa Mysteries, de la colaboración de 2002 con Paul Webb (usando su nombre artístico, Rustin Man), en el álbum Out of Season. Este fue uno de los momentos más memorables del concierto, especialmente los minutos finales tras la estrofa «I’ll be there anytime», interpretado con un theremín y los quejidos finales de la voz de Gibbons, alejada del micrófono.
Tras los paisajes sonoros, de nuevo de su álbum Lives Outgrown como Lost Changes y Oceans, Tom the Model de Out of Season aportó un insospechado espacio de ritmo de big band a la noche. Tras la oriental Beyond the Sun, el cierre perfecto —también del álbum— llegó con la envolvente y otoñal Whispering Love, que ponía el punto final esperanzado («amor susurrante, ven a verme cuando puedas») al tono taciturno de las canciones anteriores. En este tema se notó especialmente la perfecta articulación de la banda, particularmente la flauta de Howard Jacobs y los dos violinistas.
Los bises se convirtieron en regalos especiales para los fans, probablemente apartadas del setlist principal para no romper el sosiego y la armonía de la actuación- el cansino continuo efecto karaoke me reafirma de esta sospecha- con dos canciones más que conocidas de Portishead: Roads, de Dummy, y el no menos icónico Glory Box, que provocó la respuesta más sonora del público. Si bien tanto en su nuevo álbum como en sus directos Gibbons evita gran parte de la electrónica de Portishead, esto no afectó en absoluto a la calidad de ambas interpretaciones. Al igual que cuando se escucha su denso y melancólico álbum, con los detalles y las complejidades de cada canción a través de los distintos instrumentos, la actuación de Beth Gibbons en Madrid se convirtió en una auténtica experiencia sonora, tan breve como vehemente.







