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[Reseña] Sault- Nine

No sabemos si de una forma no intencionada o precisamente por su particular modo de actuar, SAULT, uno de los colectivos más enigmáticos de los surgidos en los últimos años, ha generado unas crecientes expectativas en el panorama discográfico en un plazo relativamente corto de tiempo. Y justamente hace unos días se anunció que uno de los dos discos publicados el pasado año, Untitled (Rise), también favorito entre nuestras listas de lo mejor de 2020, es uno de los firmes candidatos para acoger en su incógnito hogar el Mercury Prize a principios de septiembre. Alguna culpa de ello tiene que ver seguramente que Inflo (Dean Josiah), su productor- también involucrado con Little Simz y Jungle– lo es además de KIWANUKA de Michael Kiwanuka, álbum ganador del Mercury de 2019.

Nine continúa con la estela de discos de fusión de género de sus debuts de 2019, 5 y 7, y sus discos gemelos de 2020, Untitled (Black Is) y Untitled (Ascension) aunque en este caso desde un plano más conceptual. Según el mismo grupo asegura, sus orígenes se encuentran en áreas de Londres donde los recursos y las opciones son limitados y las personas pueden caer en situaciones aún más peligrosas y cómo en estos bloques desfavorecidos los adultos no pueden curarse de sus traumas infantiles, recurriendo a una combinación de medicamentos que consisten en alcohol y drogas.

El sonido retro de SAULT, es así, a diferencia de otros grupos del estilo, contradictoriamente contemporáneo, con líneas de batería y bajo funk en los que la voz y/o el rapeo de Cleo Sol (Reino Unido) y Kid Sister (Estados Unidos) crecen- junto un londinense llamado Michael Ofo, que relata un recuerdo inquietante del asesinato de su padre en Mike’s Story y el rapero Little Simz, invitado en You From London– bajo la nube de sonidos en este proyecto conceptual que gira entre el neo soul y el acid jazz. En el estilo, SAULT, hay que advertirlo, no ha descubierto la pólvora- y si no que se lo pregunten a Soul II Soul – pero su aura de misterio, su aire reivindicativo- aun mayor en el contexto del movimiento Black Lives Matters– e indudablemente, sus buenas canciones, han contribuido a elevar ese hype, involuntariamente exagerado por el anonimato, a una realidad incontestable en la que lo verdaderamente importante- eso sí que es una auténtica insolencia en tiempos actuales- no es la imagen, sino el mensaje.

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