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Contra-crónica Primavera Club 2.011

Ahora sí que sí podemos decir que el Primavera Club se consolida como festival con carácter propio, a banda del Primavera Sound, y se marca un objetivo claro en su propuesta: descubrir. Evidentemente hay grupos consolidadísimos, ya que se trata también de atraer al público, pero la gracia es precisamente ésa: mezclar bandas con solera con aquellas que apenas tienen algo editado. Es la oportunidad de oro para ver a “las bandas del mañana” en recintos pequeños. Ya me explicarán como verán, por ejemplo, a Veronica Falls en el PS12, mientras que el pasado miércoles en Barcelona los disfrutamos sin agobios y desde la primera fila de una sala con capacidad máxima para 400 personas.

Además la incorporación del Casino de l’Aliança y el Auditori desde el año pasado hacen que no echemos de menos disfrutar cómodamente de delicatesen como hacíamos en el Auditori del Fórum. Pero no todo van a ser flores en Primavera. La primera de las quejas no tiene mucho sentido pero los fans me entenderán: da una rabia inmensa no poder estar en las dos ciudades a la vez y poder comparar. Y es que una cosa ha quedado clara en las redes sociales y en el mismo foro del festival, el público de Barcelona y el de Madrid tienen sus diferencias y lo que en la capital horroriza puede encantar en la ciudad condal. Es el caso de John Maus y su estrafalario show que tantas discusiones ha provocado. Algo parecido pero en menor grado pasó con Givers donde en Madrid fueron encumbrados como la octava maravilla mientras que en Barcelona sólo fue una banda más. También hemos echado de menos la oportunidad de recordar el mítico eslogan de Petit Suïse –o Danonino como lo conocen las nuevas generaciones- y clamar aquello de “a mí me daban dos”. O ahora me negarán que la edición pasada fue de ensueño poder babear frente al maestro Edwyn Collins en la Sala Bikini y al día siguiente en el Casino. Aunque ahora repasando los horarios en la web, veo que en Madrid sí tuvieron ración doble de Girls ¡Villarato!

Bromas aparte, y sin querer parecer impertinente, apuntaré dos últimos aspectos. Primero señalar que me parece increíble la capacidad de negociación que debe tener la organización del festival cuando son capaces de programar buena parte de los grupos en espacios donde ni tan siquiera hay una barra para consumir la bebida que les patrocina el nombre. Lo mismo pasa con el ciclo de conciertos “Imperdibles de San Miguel”: ves la marca por todos lados pero no te puedes beber ni una. Aunque esa, sinceramente, no es mi guerra. Mi enemigo más acérrimo es el gluten, así que ya se imaginarán que sé perfectamente lo que es pasar un festival sin cerveza –excepto Primavera Sound, Faraday y Cruïlla donde nos tratan de lujo y se acuerdan de los celíacos, hurra!-. Y por último y para cerrar este invento al que hemos querido llamar contra-crónica, sólo nos queda preguntarnos cuánta verdad encierra la marca Primavera Sound en su público. Quiero decir, ¿cuantos hubieran ido a un concierto de Fleet Foxes si no fuera porque el Primavera Sound los destacó como cabeza de cartel? ¿Tenemos personalidad propia o es “San Miguel” quién nos guía?

Sea como sea, estamos más que contentos de haber podido disfrutar de lo mejor del panorama en pequeños formatos y ya estamos deseando que pase el frío, las chicas vuelvan a llevar tirantes y la mejor música del mundo vuelva al fórum.

PD: De momento ya tenemos Jeff Mangum, Yo La Tengo, Guided by Voices y Wilco. Ahí es nada.

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