Cine, Tv y Teatro

Maniac: primeras impresiones

Dirigida por Cary Fukunaga, conocido por True Detective y Beasts of No Nation. Desarrolló la serie a junto con Patrick Somerville, novelista y también escritor y productor de The Leftovers, de HBO.

Maniac está basada en la serie de televisión del mismo nombre noruega- que, por cierto, Fukunaga nunca llegó a ver- de Hakon Bast Mossige y Espen PA Lervaag. Maniac, en su primera versión, estaba protagonizada por el cómico Espen Lervaag, y nos mostraba un paciente en un asilo mental y su mundo de fantasía interno, que cambia de forma y en la que se imagina a sí mismo como un vaquero, un héroe de guerra, un superhéroe…

El productor Michael Sugar compró los derechos de la serie y se la ofreció a Fukunaga. El show que finalmente hizo para Netflix, que coescribió con el autor y guionista Patrick Somerville, poco se parece al original: tiene lugar en una nebulosa y melancólica Nueva York y se centra en dos personas rotas, que protagonizan Emma Stone y Jonah Hill. Lo cierto es que a Fukunawa la inspiración no le vino desde el primer momento. Tres meses antes de que Maniac debía comenzar a rodarse- se hizo en apenas cuatro meses- él y Somerville tiraron la mitad de sus guiones y comenzaron de nuevo. Fukunaga y Somerville tuvieron conversaciones que “esencialmente, eran como pasar por un proceso terapéutico”, ha comentado incluso el director. El agotamiento mental ha debido ser tal que recientemente ha declarado que “me alegraría si decidieran hacer otra temporada, pero creo que lo habían planteado como única y si hay apetito para otra, entonces creo que Patrick (Somerville, el creador de la serie) estaría feliz de poder hacerlo de nuevo. Pero no conmigo”.  Cary Fukunaga estará ahora muy ocupado con el encargo de la nueva entrega de la saga de James Bond, tras el abandono de Danny Boyle.

La serie ha recibido críticas muy positivas, y, también hay que decirlo, muy negativas. Entre las primeras, para New York Times “Maniac es inventiva y tiene el ritmo suficiente (…) para superar sus errores. … En una época de rompecabezas desecados, Maniac antepone la emoción, incluso a riesgo de sentimentalismo. Es un Cubo de Rubik en forma de corazón, una divertida y constantemente sorprendente fábula de máquinas rotas que intentan volver a ensamblarse”. Según Variety “Maniac es un crescendo en todos los géneros que no deja de construir. … Su poder proviene, en parte, de su negativa a dispersarse. Como prueba de que es algo nuevo, Maniac pasa todas las pruebas y asciende instantáneamente para posicionarse en la mejor televisión del año. Su afán por exponer ángulos inesperados es su gran regalo”. Para Entertainment Weekly, sin embargo, “si The leftovers convertía exitosamente secundarios en protagonistas estelares tridimensionales de cada episodio, esta serie reduce incluso a los personajes principales a los elementos esenciales de la historia de fondo, en poses de emoción. … A pesar de todas sus posturas maníacas (…) en última instancia es condescendientemente sentimental“. Y The New Yorker remata: “Los temas prometedores se disuelven, episodio tras episodio, en algo más parecido a la extravagancia forzada, revelando una convencionalidad enterrada…Incluso un mundo irreal necesita personajes que tengan sentido, particularmente en una serie que está tan dedicada a explorar las vidas internas de esos personajes como lo hace Maniac. En este nivel, el programa está a medio cocer y resulta inconsistente”.

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