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Correspondencia entre Hermann Hesse y Stefan Zweig

correspondencia_zweig_hesse_2009La correspondencia entre Hermann Hesse y Stefan Zweig comenzó cuando el primero envió una carta al segundo adjuntando su librito de poemas Gedichte y solicitándole, “si algo en este libro resultara de su agrado”, que le “regale en reciprocidad su libro sobre Verlaine” -traducciones de poemas de Paul Verlaine-. “Me haría muy feliz”, continúa Hesse, “poseer ese hermoso volumen con una línea de dedicatoria escrita de su puño y letra”. Esta primera misiva salió de Basilea con destino Viena en enero de 1903.

A partir de ahí, ya decimos, quedó inaugurada una correspondencia que duraría treinta y cinco años, hasta 1938. Tal vez sorprenda, como bien comenta Volker Michels en el epílogo de esta edición -nos referimos a la publicada por Acantilado en 2009-, que Hesse diera el primer paso, ya que nunca sintió predilección por los“intercambios epistolares de corte literario”. Además, gustaba de conversar con artistas plásticos pero, por el contrario, tenía “cierta aversión por los literatos, los actores y los músicos”. Hesse, algunos años mayor que Zweig, trataba por entonces de adentrarse en el mundo literario. Tal vez ese interés, unido a su admiración por la hasta entonces escasa obra de Zweig, le hicieron reunir el valor necesario para escribirle.

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Hermann Hesse

El intercambio de cartas pone de manifiesto una admiración recíproca, pensamientos compartidos y una forma similar de actuar ante complicadas situaciones de corte político, editorial y hasta personal. También sirve para comprobar la naturaleza de uno y otro. A Hesse le encantaba salir a pasear, los animales, los árboles, el cielo, las nubes. Estar consigo mismo y disfrutar de la naturaleza. Nació en Calw, pequeña localidad de la Selva Negra alemana, abandonó la formación de mecánico para trabajar de librero y creció en un ambiente provinciano. Por el contrario, Zweig provenía de una familia pudiente en Viena y disfrutaba viajando y conociendo gente. Cursó estudios de filosofía, filología románica e historia de la literatura. No le importaba estar rodeado de personalidades de toda índole, aunque bien es cierto, atendiendo a sus palabras en algunas de sus cartas, que en ocasiones le incomodaba, envidiando por momentos la vida voluntariamente recogida de Hesse.

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Stefan Zweig

Zweig, tras divorciarse de su primera esposa, Friederike, se trasladó a Londres. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial viajó hasta Estados Unidos junto a su secretaria Lotte Altmann, con la que acababa de casarse. Cuando Estados Unidos entró en la guerra, Zweig huyó a Brasil, donde terminaría suicidándose junto a Lotte el 22 de febrero de 1942. Las palabras de Volker Michels en el epílogo resumen con acierto lo que pudo llevar al escritor a quitarse la vida: “Zweig conocía una única reacción ante los acontecimientos: el desconcierto interior. Si se añade a todo esto su gran capacidad de análisis de los acontecimientos y su impaciencia, se comprende mejor su sensación de desesperanza”. El destino de Hesse fue distinto, aunque en un par de ocasiones intentó quitarse la vida sin conseguirlo. Tras títulos imprescindibles como Siddhartha (1922), El lobo estepario (1927) o El juego de abalorios (1943), en 1946 recibió el Premio Nobel de literatura. Murió con 85 años en Montagnola, Suiza, país al que se había exiliado tras la Primera Guerra Mundial. Ambos escritores, que se conocieron personalmente y se vieron de forma ocasional con el paso del tiempo, dejaron escritas obras admirables y terriblemente necesarias para comprender un mundo de ayer que también es el de hoy y que probablemente se asemeje al de mañana.

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