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[Reseña] Tame Impala – Deadbeat

Es inevitable toda evolución en una banda. Kevin Parker ha estado muy ocupado tras el lanzamiento de su último disco The Slow Rush en 2020, dedicándose a la producción de proyectos como el de Dua Lipa. A través de ella, su nombre y sus composiciones han dejado de situarse en el lado indie para integrarse en el mainstream, para lo bueno y para lo malo. No hay que olvidar que, con su banda Tame Impala, comenzó como un referente de la escena psycho-rock de la década de 2010. Sin embargo, en su tercera entrega, Currents, lanzado hace ya hace una década, marcó una inflexión hacia una música más orientada al baile, con mayor énfasis en los sintetizadores que en las guitarras.

Este nuevo trabajo, el quinto, representa solo un paso más en la trayectoria de Kevin Parker  que, aunque no estrictamente dentro de su carrera con Tame Impala, se ha visto reflejada en su acercamiento a las pistas de baile mediante colaboraciones con otros artistas como Theophilus London -tal vez el single Only You fuera su proyecto conjunto más convincente, Mark Ronson, Gorillaz, The Streets o, más recientemente, Justice. Esta deriva sonora se hizo aún más evidente en sus sesiones como DJ en solitario en importantes festivales internacionales.

No obstante, más allá de esos nombres estelares, esta nueva orientación no parece haber favorecido su inspiración en el presente lanzamiento. A pesar de la notable apertura con My Old Ways —de lejos el tema más logrado del disco, con un piano de estilo house, letras introspectivas y una producción de tintes folk— y, si acaso, No Reply, con querencias electro-pop, Deadbeat nunca consigue mantener alto el listón de sus trabajos anteriores, ni siquiera de The Slow Rush.

Dracula es una pieza abiertamente comercial y de estribillo fácil, que podría haber cedido perfectamente a Dua Lipa, una canción carne de TikTok, especialmente para Halloween. Por su parte, Peace of Heaven, aunque algo empalagosa con sus sintetizadores ochenteros, se presenta como una de las pocas excepciones pegadizas que escribió antes de sumergirse por completo en sus incursiones deep house. El propio Kevin ha comentado en alguna entrevista que ve la imperfección como sello humano. Tal vez las expectativas eran demasiado altas, o el disco necesite un período de reposo antes de recibir una valoración ecuánime. En todo caso, o al álbum le falta sustancia, o somos nosotros quienes la necesitamos. En la próxima rave lo comprobaremos.

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