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[Reseña] Rhye – Blood

Un trazado curvilíneo, lento y sinuoso en un pasillo recto que lleva a tu cuarto

Puede que la intención declarada de Milosh en Blood fuera alejar su proyecto del entorno enmoquetado de un dormitorio para experimentarlo en vivo y al abierto, pero el itinerario que nos propone vuelve a llevarnos –mejor si es acompañados– de vuelta a la habitación. Y aunque el trazado que nos dibuja con sus canciones es curvilíneo, lento y sinuoso, el recorrido se hace a través de un pasillo recto de estilo R&B soft y downtempo electrónico. Hablamos de la segunda referencia discográfica de Rhye, que ha dejado de ser un dúo debido a la marcha del danés Robin Hannibal para convertirse en el proyecto unipersonal de Mike Milosh, músico canadiense con estudios en cello clásico y percusión, jazzísticos y vocales. Unipersonal, sí, pero rodeado por un grupo de instrumentalistas –donde se integra él mismo– capaces de elevar el concepto arreglo a cotas de importancia capital.

El problema de Blood es que, pese a presentarse sugerentes y ondulantes todas sus piezas, el resultado global resulta un tanto lineal y monótono. A esta sensación ayuda el hecho de que Taste y Sinful, en versiones bien distintas, repitan melodía al principio y al final del disco. Algo que podría otorgar al trabajo un cierto carácter redondo y cerrado, parece provocarnos aquí la pregunta: “¿Han sido todas las canciones iguales?”. Esto quizá indica que el esfuerzo melódico no da suficientes frutos como para que nuestra memoria se aferre a un buen número de canciones por ese detalle estructural tan identitario: más bien recordamos una sensación general sedosa, elegante y cálida; un sabor, un tacto, una impresión captada a través de los sentidos.

El paradigma viene marcado desde el principio por Waste, canción sutil, acuosa y envuelta en sigilo de nocturnidad. Y continúa en temas como Please y la suave Softly, regidas ambas por un beat algo más marcado pero igualmente secundario y con deliciosos pianos interpretados por Thomas Bartlett y el propio Milosh, en una Song For You dulce que roza el pop, romántica y delicada como ese amor cauto y predispuesto del principio –“All my lives I’ve seen, I’m thankful for this / ‘Cause you’re my favorite place to bleed / Mmm, you bleed for me, bleed for me / Why don’t you tell me what you need?”–, y en la otoñal Stay Safe; para morir en la ya mencionada Sinful, desarrollada con magia sobre una base de arpegio acústico de guitarra.

Desde una impresionante pulcritud y valiéndose de una instrumentación espectacular y muy noble a lo largo de todo el trabajo, Blood remite prácticamente todo el rato al mismo lugar: a un espacio íntimo, cara a cara, cuerpo a cuerpo, desnudez a desnudez, que solo varía en función del ritmo que tengan las acciones (y relaciones) que se están desarrollando. Así como, por ejemplo, Taste reproduce con un beat marcado y gomoso ese “’Cause I’m dancing with my eyes closed” y ese amor prudente pero ilusionado y bailongo que expone la letra, Feel Your Weight directamente parece traducir en música el coito que sugiere. O Count To Five, que tanto musical como líricamente describe un juego de seducción, con sus meandros, trucos, esperas y estrategias, sobre una base jazzística, un poco funky, y un desarrollo entre lo pop y lo clásico.

Esta misma regla se puede aplicar a la canción más agitada del disco: una Phoenix que parece hablarnos de un amor inestable y juguetón, y que inevitablemente te hace mover las caderas con su base pop-funky y su final estelar –Ronson, Pharrell–; y a la canción que, en opinión de quien escribe estas líneas, marca la cumbre melódica y emocional de este álbum. Porque Blood Knows parece esgrimir toda la argumentación que una persona sana y emancipada debe entender y abanderar para vivir su vida en plena consciencia. Más inclasificable que ninguna otra, es elegante, intensa, emotiva, triste pero llena de esperanza, instándonos a dejarnos llevar por el corazón, por la sangre, por la capacidad que tenemos de soñar con algo bello y mejor.

“Follow that line that lead us that way / ‘Cause there’s beauty in not knowing fate / Let’s not cave into this fear / ‘Cause we wanna be right here / Hold that part that we just made / Mmmm, let your voice go / Just put your feet up on that pillow / Let your blood know / Let your blood go / Just hold your breath / Just hold my waist”, dice poéticamente el muy cabrón. ¡Vaya temazo!

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