Adrian Crowley logra con cada disco una progresión extraordinaria, y hoy por hoy seguramente sea uno de los mejores cantautores y narradores de la escena musical actual, además de uno de los letristas irlandeses más notables. Su séptimo trabajo de estudio, Some blue morning, continuación del nominado al Premio Music Choice de 2012 I see three birds flying, es sin duda su mejor trabajo hasta la fecha. No podemos olvidar tampoco el homenaje que el pasado año le dedicó a Daniel Johnston en el álbum de tributo que hizo junto a James Yorkston.Si algo identificaba a Adrian Crowley en sus anteriores discos es su penetrante oscuridad, envuelta en una sobria instrumentación salvo alguna excepción, como aquella soberbia Lady Lazarus, incluida en I see three birds flying. En esta ocasión la ornamentación de los arreglos de cuerda transita por todo el disco y acompaña a su profunda voz de barítono. Torna la aflicción más matizada, más diluida, incluso más exuberante, sin perder su vocación reflexiva. Con la compañía de tres violonchelos (Kevin Murphy, Alex Beamont, Michelle Tan) y un violín junto a los coros de Katie Kim, Crowley consigue evocar siniestros cuentos fantasmales, increíbles historias mitológicas (The wild boar) y todo tipo de supersticiones milenarias (Magpie song) que se superponen como en una épica banda sonora imaginaria. Si la lluvia acecha, Some blue morning será un perfecto y acogedor acompañamiento para estos cortos días de otoño.
