La película de la semana: Vermiglio
Se estrena la película de Maura Delpero, candidata de Italia al Oscar a mejor película extranjera.
Vermiglio debutó en competición en el Festival de Cine de Venecia, donde ganó el León de Plata. También compitió en el Festival Internacional de Cine de Chicago, donde ganó el Premio Hugo de Oro.. La Segunda Guerra Mundial está llegando a su fin, pero en el pueblo alpino de Vermiglio el conflicto se siente sobre todo en la ausencia de hombres jóvenes. Cuando un taciturno soldado siciliano llamado Pietro aparece, después de haber llevado al herido Attilio de regreso a casa, es tratado como un héroe, alimentado, agasajado y provisto de lo mejor que el pueblo puede ofrecer. Vermiglio se deriva en parte de la propia historia familiar de la directora Maura Delpero y es su segundo largometraje de ficción después de Maternal (2019), que se centró en jóvenes madres solteras que viven en albergues dirigidos por monjas. Delpero también hizo dos documentales, Teachers (2008) y Nadea and Sveta (2012). En la primera película italiana dirigida por una mujer presentada como candidata de Italia a los Oscar en casi veinte años- la anterior fue La bestia nel cuore en 2005- el retrato que Delpero realiza de una familia al borde de la modernidad se desarrolla como una novela densa. Vermiglio no pasó, finalmente, este año a las finalistas como sí hizo el pasado año Io Capitano de Matteo Garrone.
La semilla de Vermiglio le llegó a Maura Delpero en un sueño, imaginando a su padre, recientemente fallecido, cuando tenía seis años, jugando en la casa de su infancia en el pueblo de montaña donde creció en Italia, de donde la película toma su título:«Una historia de niños y adultos, entre muertes y nacimientos, desilusiones y renacimientos, de cómo se abrazan fuertemente en los giros de la vida y de cómo crecen como individuos en comunidad. Del olor a madera y leche caliente en las mañanas heladas. Con la guerra lejana y siempre presente, vivida por quienes quedaron fuera de la gran máquina: las madres que miraban el mundo desde una cocina, con los recién nacidos muriendo por mantas demasiado cortas, las mujeres que temían ser ya viudas, los campesinos que esperaban hijos que nunca regresaban, los maestros y sacerdotes que sustituyeron a los padres. Una historia de guerra sin bombas, ni grandes batallas».
La película, a pesar de que cubre las cuatro estaciones, se filmó en apenas seis semanas, en Vermiglio, aunque también se rodó en Carciato y en Comasina. Vermiglio es un municipio de 1800 habitantes situado en el corazón del Trentino occidental y es un destino perfecto para aquellos que aman bailar o practicar actividades deportivas en la zona. Las montañas y los lugares en los que se filma la película están anclados en los de un “pequeño viejo mundo”, donde las campanas brillan como costeras y centinelas del paisaje alpino. Durante su proceso de filmación, a Delpero le surgió la idea de no incorporar una banda sonora, que debía ser sustituida por el gran silencio del lugar, los sonidos de la naturaleza y de los interiores, salvo las canciones de los hombres del pueblo y la música clásica que salía del gramófono, Chopin y Vivaldi, con sus cuatro estaciones con las que se juega metafóricamente con la historia y que sirve de papel esencial en la definición de la atmósfera de la película. En ese sentido, la inspiración cinematográfica más cercana es El árbol de los zuecos (L’albero degli zoccoli), de 1978, un relato italiano, Palma de Oro en Cannes, en tono semidocumental sobre la vida durante el cambio de siglo (XIX-XX) de los campesinos bergamascos (Lombardía), que llevan una vida dura y sacrificada, pero llena de gran dignidad. La ambientación de la misma es solemne y serena como la música de Bach que le sirve de fondo.
Para Variety «la notable, cruda y deslumbrante obra de Vermiglio se desarrolla en el pasado, pero funciona como un secreto familiar futuro que se desarrolla en tiempo presente». Según The New York Times «Vermiglio se dedica tanto a evocar un tiempo y un lugar que gran parte de su sutileza no se hace evidente hasta un segundo visionado. Es una película rica y envolvente que invita al espectador a acercarse a ella como si caminara de puntillas por la nieve». Para The Guardian «está maravillosamente interpretada con un naturalismo sin afectación por su elenco de profesionales y debutantes y toca un pizzicato extravagante, casi desvergonzado, en las fibras sensibles del público». Según Financial Times «La densa y meticulosa acumulación de detalles íntimos de Delpero nos hace sentir que realmente habitamos este pequeño universo, con toda su dureza y sus comodidades, tan a gusto en él como la familia». Y para The Hollywood Reporter «el retrato de un modo de vida rural casi desaparecido sigue siendo convincente, y el melodrama es lo suficientemente atractivo como para sugerir que podría haberse mejorado si se hubiera difundido más en una serie de televisión».