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[Crónica] Rufus Wainwright (Oeiras, 06/07/21)

Justo un mes antes de este mismo concierto se cumplían los 20 años del lanzamiento de Poses, el álbum de Rufus Wainwright. No era el debut del canadiense, sino su segundo disco de estudio, pero fue en mayor medida el que le puso en el punto de mira en todo el mundo, colocándose incluso entre los mejores discos de aquel año para medios como New Musical Express. Wainwright, como gran parte de los músicos, pasó gran parte de los meses de 2020 de plena pandemia, encerrado y realizando algunos conciertos en streaming, un hábito que le impulsó a recuperar canciones antiguas que había dejado de tocar en directo y que ahora ha aprovechado en esta nueva gira en solitario.

Al inicio de su actuación en el Festival Jardins do Marquês de Oeiras, cerca de Lisboa, apenas acompañado de piano y guitarra acústica, agradeció a todos por su presencia en su primer concierto post covid, aunque el prefirió denominarlo simplemente rentrée. Recordó también su primera vez en Portugal- en un “festival loco en el bosque y todo el mundo estaba en ácido y fue genial”- y se dedicó a desgranar parte de su enorme repertorio, comenzando al piano con The Art Teacher, una habitual de su setlist, My Little You y Vibrate, ambas del Want 2, con alguna interrupción por olvido en Out of the Game que tanto él como el público- “No estás en tu habitación, no estás en tu habitación” murmuraba- se tomó con sentido del humor.

Wainwright, que comenzó a tocar el piano a los seis años y a hacer giras a los 13 con un grupo de folk con su hermana, su madre y su tía Anna, dada su tradicional educación clásica- “me obsesioné por la ópera a los 13”– nunca ha pretendido hacer una música demasiado accesible y casi siempre sus composiciones se alejan de la estructura del pop clásico. En contraposición, su propio estilo teatral contribuye a crear un espectáculo dinámico en un repertorio- sobre todo para los no conocedores- que muchas veces podría resultar pesado (“no todas las canciones son así de deprimentes” se excusaba con gracia tras una de ellas). Por ello siempre resulta ameno que cada número venga acompañado de una historia breve, detallada y emocional sobre de qué se trata exactamente la letra y por qué son significativas para él. Por ejemplo, antes de interpretar Only the People That Love, incluída en su ultimo album explicó que la canción título de su más reciente álbum, Unfollow the rules, fue inspirada en su hija,  quien le dijo como castigo que ya no lo seguiría en las redes sociales. Tras su adaptación de La Complainte de la Butte para la película Moulin Rouge– publicada en el mismo año de su segundo álbum en una BSO que también contribuyó a impulsar su reputación – y Early Morning Madness, de su nuevo álbum, sobre la oscuridad de la adicción, llegaron las canciones del citado Poses como la titular o Gay Messiah, en la que previamente hizo una rápida referencia al reciente execrable asesinato en A Coruña del joven Samuel Luiz.

Otras piezas de Unfollow the rules incluyeron Going To a Town – una de las más celebradas de la noche – y Alone Time, esta última que señaló que la compuso intencionalmente con un ritmo tal que le hubiera gustado que Tina Turner hubiera cantado- lo había recordado tras haber visto recientemente el documental Tina– o su buena amiga Patti LaBelle, la última de las cuales, tras mostrársela, dijo que “Es hermosa…” para agregar: “me dan ganas de dormirme”. Tras las carcajadas, siguieron canciones como Zebulon y el cierre de Cigarettes and Chocolate Milk, que, al contrario de sus actuaciones prepandémicas con banda, tuvo que interpretar sin plumas ni lentejuelas doradas. Ya habrá tiempo. El final llegó- inevitable pero esperado -con el mítico Hallellujah en un único bis dadas las restricciones de horario, considerada por muchos la versión más catártica y purificadora de las realizadas por Cohen, algo que ahora cobra más sentido cuando ambos tienen en común a la heredera de una dinastía musical bastante extraordinaria: Viva Katherine Wainwright Cohen. El inesperado frío de una noche de verano no fue obstáculo para disfrutar de una velada musical en estos tiempos exigua aunque por momentos emocionante. Hallelujah.

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