Leonard Cohen – Live at the Isle of Wight
Pese a que en el documental I’m your man (Lian Lunson, 2005) Cohen comentaba sus crecientes ganas de comenzar una nueva gira, lo cierto es que hemos tenido que esperar a problemas financieros –en este caso, una mala jugada por parte de su antiguo representante- para que el canadiense volviera a los directos. Y, como era de esperar, los conciertos han venido acompañados de nuevo material; si hace poco se editaba Live at London (Columbia, 2009), testimonio sin adornos de los tiempos modernos, hace unas semanas veía la luz este Live at the Isle of Wight (Legacy, 1970) que nos ocupa.
Eran cerca de las dos de la madrugada de la quinta y última noche del festival. Frente a un Jimi Hendrix histórico encontramos unas seiscientas mil personas extasiadas; tras el escenario, un Leonard Cohen que dormitaba esperando su turno. Cuando por fin aparece ante la multitud lo hace despeinado, sin afeitar y enfundado en una gabardina blanca. Y ya desde el comienzo con Bird on the wire arrastrará consigo a todo un público embelesado ante la crudeza de unos temas llenos de pasión y abrigados por unos coros rebosantes de palidez. Momentos imperecederos como The partisan, Suzanne o la espeluznante Seems so long ago, Nancy nunca tuvieron unas representaciones tan imbatibles. Entre ellas, Cohen recitaba algún texto o pedía al infinito público su colaboración para encender mecheros entre la oscuridad reinante.
Live at the Isle of Wight viene a engordar la lista de productos comercializados por razones que van más allá de lo puramente artístico –es demasiada casualidad que hayamos podidos disfrutar de todo esto ahora, así que pensaremos mal- pero que, de la misma forma, es recibido felizmente por sus seguidores. Por tanto, agradezcamos una vez más la ignominiosa jugada financiera de su ex representante ya que devolvió, en gran estado de forma, a un poeta que, a sus 75 años y al igual que otros dinosaurios como Neil Young o Dylan, aún tiene mucho que decir.