La película de la semana: El extranjero

Se estrena la nueva versión del clásico de Albert Camus a cargo del versátil director François Ozon.
François Ozon reveló que adaptar la obra maestra de Camus no era algo que hubiera planeado inicialmente, pues la consideraba «demasiado sagrada, casi congelada en el imaginario colectivo», calificándola de «un monumento» y «una novela poco narrativa».La idea se le ocurrió durante el confinamiento por la COVID-19, cuando el repentino cambio mundial hizo que todo pareciera absurdo, un tema clave de la novela. Ozon explicó en el festival de Venecia que inicialmente estaba trabajando en un proyecto diferente —la historia de un joven que se siente desconectado del mundo— y que recurrió a L’Étranger en busca de inspiración, descubriendo que Camus ya había expresado sus ideas con mucha más fuerza e inteligencia. Lo que le atrajo del proyecto fue el personaje del propio Meursault y el reto artístico de conectar con un antihéroe carente de emociones y con el que el espectador no puede identificarse fácilmente. Ozon no quería hacer una película de 1942 -año de publicación del libro- sino una de 2025, enfatizando la modernidad de la historia y el absurdo que sintió durante la pandemia.
La influencia más inmediata y duradera de El extranjero es filosófica. La novela sirvió como expresión literaria de la filosofía del absurdo de Camus, un concepto que rápidamente impregnó y definió la literatura de posguerra. La narrativa se centra principalmente en las experiencias sensoriales del protagonista —el calor intenso, la luz cegadora, el olor a sal y café—, más que en la introspección o la profundidad psicológica. Esta narración objetiva y superficial influyó en el desarrollo del Nouveau Roman (Nueva Novela) en Francia y en el desarrollo del estilo hardboiled, inspirado en el noir, en la ficción filosófica. Luchino Visconti la llevó al cine en 1967 con Marcello Mastroinani. La película se rodó en Argelia y su acción se sitúa en los años 30, respetando el escenario y la época de la novela de Albert Camus. Este compromiso con el contexto geográfico y temporal fue uno de los requisitos impuestos a Visconti por la viuda de Camus para autorizar la adaptación, ya que el escritor había sido históricamente reacio a que su obra se llevara al cine.
La versión de François Ozon es descrita por él mismo como una «relectura perspicaz» con un «sutil sesgo revisionista» en comparación con adaptaciones anteriores. La misma tiene como objetivo restaurar la dimensión faltante de la identidad argelina que a menudo se pasó por alto en la historia de Camus, que se ambienta en la Argelia francesa. Por ello debió tener en cuenta la publicación de The Meursault Investigation (2013) del novelista argelino Kamel Daoud.La versión de Ozon se destaca por hacer de los argelinos y su país una presencia dominante, representando claramente la mentalidad colonial a través de la «ceguera voluntaria» del protagonista. Ozon afirmó que para él era «obligatorio» mostrar la realidad de la colonización francesa en Argelia, un pasado que, en su opinión, el cine francés no ha asimilado del todo.
Además, el uso de la cinematografía en blanco y negro le llegó al director de inmediato. Consideró que era necesario reflejar «toda nuestra memoria de la Argelia francesa» y lograr una sensación de «purificación» y realismo. También encajaba con la obra, que es una novela de «sensaciones e ideas». Así, se empleó una iluminación austera y decorados minimalistas para recrear la sensación de «deslumbramiento» y calor que menciona la novela de Camus, convirtiendo el clima norteafricano en un personaje principal de la película.
Benjamin Voisin, quien previamente trabajó con Ozon en Verano del 85, fue elegido específicamente por el desafío que representaba interpretar el papel. El actor, que es extrovertido y emocional por naturaleza, es todo lo contrario que su personaje Meursault. Ozon le dijo: «No quiero filmar a un actor. Quiero filmar la humanidad». Voisin se preparó leyendo textos de Robert Bresson (director famoso por sus «modelos» no profesionales que se niegan a actuar) y trabajando para ser lo más «pesado y oscuro posible» durante cuatro meses. Afirmó que se deprimió por completo para el papel, intentando adoptar el rechazo de Meursault a los juegos sociales. Descubrió que la esencia de Meursault era la de un hombre de luto, no solo por su madre, sino por una sociedad que no le gusta ni comprende.
Para esta nueva adaptación la crítica ha sido, hasta el momento, bastante favorable. Para Variety «desconcertante, inquietante y, sin embargo, gélidamente cautivadora, la experiencia de ver El extranjero no es del todo diferente a la de leer el clásico de Albert Camus de 1942». Según The Hollywood Reporter «El formidable antihéroe puede estar perdido por sus propios demonios, así como por los demonios del colonialismo, pero Ozon sugiere audazmente que el recuerdo de su víctima argelina puede vivir como un presagio de lo que está por venir, es decir, de un tiempo en el que rebeldes como Meursault ya no existirán, en un país finalmente libre de ellos». Para Paris Match «El cineasta casi logra trascender, dando vida a la densa y misteriosa prosa de Camus. Impasible, ausente, casi inhumano, Benjamin Voisin resulta inquietante, casi poseído por el vacío de su personaje, a quien Ozon se atreve a filmar como un misterio y un objeto de deseo, una especie de Burt Lancaster atormentado». Le Monde valora positivamente el enfoque de Ozon, destacando que hace de Meursault un personaje que «no nos es radicalmente ajeno y actualiza políticamente la historia», sin limitarse a una trasposición literal del texto clásico. Según Deadline en su estreno en Venecia «The Stranger es una puñalada perfectamente elaborada, aunque algo laboriosa, al corazón oscuro del libro; si bien es muy, muy fiel, de alguna manera parece mucho más prolongada y mucho menos económica». Y para Indiewire «El nivel de maestría presente en la creación de la atmósfera es cautivador y la película funciona como un sueño febril ambientado en los últimos años del dominio colonial francés. Pero como adaptación explícita del libro, obra de una mente en pleno proceso de gestación del existencialismo, carece del coraje necesario o, me atrevería a decirlo, de la extrañeza necesaria».

