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The White Stripes – Get behind me Satan

Regresan Jack y Meg. Los White (¿o no serán los White? es una de esas cosas de las que nunca estaremos seguros de hasta donde llega el parentesco y donde comienza el mito o la triquiñuela publicitaria) acuden a su quinta cita con la industria.

Desde 1999 vienen dejando su huella en el revival rock que vivimos o sufrimos según se mire. Siempre han traído bajo el brazo uno o dos singles que copan las listas de finales de año. En 1999 fue Sugar never tasted so good, en el 2000 Hello operator, al año siguiente Hotal Yorba y en su última aparición, hace ya dos años, Seven Nation Army. En su nuevo largo no podía faltar ese tema que haga olvidar que no todo lo que tocan se convierte en oro, Blue orchid. No os perdáis el video que entronca con el nombre del disco Get Behind Me Satan (V2 – Everlasting Records, 2005) con una peculiar alegoría de Eva y el fruto prohibido. Incluso apostaría que el single definitivo (ése que te termina de convencer para comprar un disco) será Take, take, take.

El disco, no obstante, deja un regusto algo amargo. Está bastante bien, incluso muy bien, tiene cuatro o cinco temas para encandilar (los ya mencionados) Little ghost y la balada final I’m lonely (but I ain’t lonely yet) pero también da la sensación de tender hacia la monotonía de la que nos vemos rescatados puntualmente gracias a la sabia elección del tracklist. Existen demasiados parecidos con sus trabajos anteriores. Por ejemplo, tenemos The Denial Twist que igual podía haber sido un corte de White Blood Cells (Sympathy for the Record Industry, 2001) y no nos habríamos dado cuenta; o Red rain canción a tener en cuenta pero que tiene cierto tufillo rítmico a I just don’t know what to do with myself.

Parece mentira que desde Elephant (V2 – Everlasting Records, 2003) hayan pasado tantas cosas en la vida de Jack White, autentico dueño y señor de la banda de Detroit; porque, siendo honestos, Meg White puede llamar la atención cuando canta en ese tema o par de temas que le deja Jack como cupo para que tenga su minuto de fama en cada disco, en este caso Passive Manipulation, pero no pasará a la historia como reputada batería. Como decíamos, han pasado muchas cosas: sufrió un accidente de tráfico, salió en todas las revistas con su novia Renée Zellweger, colaboró con los Flaming Lips (quienes le dedicaron una canción y versionaron Seven nation army ), trabajó en la banda sonora de Cold Mountain donde también saltó a escena para interpretar a un músico de finales del siglo XIX americano, produjo el disco (country) de Loretta Lynn y, más recientemente, grabó con Beck (Go it alone). Demasiadas cosas para que hayan afectado tan poco al proceso de grabación de su nuevo largo. A lo sumo podemos apreciar que Beck dejó en él ganas de trabajar con ritmos carnavaleros, la criatura se llama The nurse y no termina de cuajar, una lástima.

En definitiva, un disco con sus luces y sombras pero correcto y disfrutable a fin de cuentas. Ahora queda saber como resolverán en directo la inclusión de un piano en varias de sus composiciones acompañando a guitarra y batería ¿contratarán por fin a un tercer músico? Y de cara a su carrera ¿Recuperarán el tono o han empezado a ir cuesta abajo? El tiempo lo dirá.

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