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[Reseña] Sharon van Etten – Remind Me Tomorrow

Plenitud

Sharon van Etten está en su mejor momento. Desde que lanzó Are You There en 2014, la cantautora norteamericana ha cumplido varios importantes objetivos: ha podido ir a la universidad, ha debutado como actriz en televisión (en la serie The OA) y ha tenido un hijo con Zeke Hutchins, su pareja, batería de su banda y ahora también mánager. Y también, claro, ha hecho un disco nuevo: un señor discazo para ser exactos. Seguramente el mejor de su carrera. Sin perder un ápice de su esencia folky urbana, Van Etten ha revolucionado su sonido hacia la hechura electrónica, guiada por el gurú John Congleton, y el resultado es sobresaliente.

En opinión de quien firma estas líneas, gran parte de la culpa de tan soberbia obra, Remind Me Tomorrow, reside precisamente en el grado de plenitud, satisfacción y realización personal (y profesional) que está experimentando la artista. Viendo cómo habla del amor hacia su pareja (Malibu) o hacia su hijo (Stay), del desamor genérico (No One’s Easy to Love) y, sobre todo, observando cómo se ve y cómo habla de sí misma (Comeback Kid, Seventeen e indirectamente en casi todas), entendemos que el álbum es un reflejo de quien es ella ahora; y que esa imagen le gusta.

Hay, especialmente en Seventeen, una especie de reconciliación consigo misma, como si en el balance desde la perspectiva actual todas las decisiones y etapas de su vida hubieran cobrado sentido porque le han conducido hasta aquí, hasta la persona que es hoy, y de la que siente orgullosa. “I see you so uncomfortably alone / I wish I could show you how much you’ve grown / (…) But you’re just seventeen, so much like me”, se dice aquí a sí misma, a la Sharon de 17 años que recorría Nueva York. Este espectacular tema, con esas líneas de piano elegante y noble que recuerdan a The National o a The War on Drugs, con esa solidez y épica catárticas, bien podría considerarse la pieza central de Remind Me Tomorrow, y forma parte del nutrido grupo de hits incontestables con los que Van Etten se ha superado a sí misma.

En una línea similar, luminosa, de firmes zancadas y evolución ascendente, también destacan No One’s Easy to Love, con mucha textura y alma folky urbana pese a la base electrónica; y la poderosa Comeback Kid, donde la artista se autoafirma en sus decisiones pasadas ante la vista de una “vuelta a casa” circunstancial. En ambas –así como en You Shadow– se nota muchísimo el trabajo de Congleton por su parecido a ciertos temas de los disco de St. Vincent desde Actor (producidos por él), por esa especie de rock sintético tan potente y grandioso.

Pero también sobresalen tres canciones, digamos, fangosas: una Memorial Day muy elocuente en sus formas, traducción de la sensación de empantanamiento que pueden generar los recuerdos cuando te atrapan; la intensa, densa, emocional (que no doliente) y elegante Jupiter 4, donde dibuja el amor como la experiencia más bonita de la vida; y Hands, un corte carnal de bajo, teclados y sintes saturados, con un delicioso arpegio pasional de guitarra en los estribillos centrales.

Más allá de esos seis irrebatibles aciertos, Van Etten también nos cuenta detalles de su relación amorosa con sencillez en I Told You Everything, donde se respira el alivio de la plena sinceridad, y en Malibu, como flotando en su propio enamoramiento. Y desde esa misma nube de felicidad, describe el amor madre-hijo en Stay. Estas últimas no destacan tanto porque son canciones carentes de tensión, de conflicto; algo que, sin llegar nunca a desatar el drama, sí alimenta de algún modo el conjunto del disco: la tensión natural que sientes en las manos cuando notas la tirantez de las riendas de tu vida en ellas.

Porque da mucho gusto cuando la música refleja el orgullo y el bienestar de una artista consigo misma, su plenitud como persona. Incluso en los momentos densos y más oscuros del disco, se percibe ese brillo inigualable. Que no deriva exclusivamente del amor romántico, de su maternidad o de su éxito profesional, sino de la sincronía interna y del honesto desarrollo personal. Por todo eso, Remind Me Tomorrow es el mejor homenaje que se podría haber hecho Sharon van Etten a sí misma. Un monumento del que disfrutaremos todos durante mucho tiempo.

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