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[Reseña] Jamie xx – In colour

In ColourCon permiso de Sufjan Stevens y de Father John Misty, In Color puede postularse perfectamente como uno de los mejores discos del año. Incluso, y permítanme la licencia, como uno de los más reveladores y avanzados de lo que llevamos de década. Por clarividente, por conciso y opulento a la vez, por ser explícitamente personal, y por ser el definitivo despliegue de un estilo capaz de reunir bajo su sombra protectora a gentes de todo tipo. En su propuesta hay electrónica expansiva y exquisita, una producción impecable y precisa, un discurso más que claro, lúcido y cristalino; pero también hay sosiego, romanticismo y una coherencia melódica y estructural mucho más desarrollada de lo habitual en su campo. Puede que se trate solo de una sensibilidad superdotada, o puede que Jamie xx haya dado en el clavo dándole forma a una suerte de electrónica de cámara, que mucho tiene que ver con el efectismo tan apreciado en The xx.

Con razón nos preguntamos qué más pueden ofrecernos Romy y Oliver que no esté ya de antemano en la mente preclara de Jamie, constructor de toda la arquitectura espacial de la banda y de ese acento a eco tan lleno de sueños húmedos y utopías cumplidas. El joven Smith, instalado en la élite de la producción electrónica europea, demuestra en In Color tener todo su discurso musical articulado bajo el mismo axioma: valga la redundancia, que con el dominio del claroscuro en la iluminación, el cromatismo, la textura y hasta en la rítmica aplicada a lo melódico, se puede dominar todo en la música, logrando exactamente el efecto deseado en el oyente. Sentirnos sensorialmente en sus manos, completamente a su antojo, es una de las mejores y más completas experiencias musicales de los últimos años – siendo sus directos otra experiencia. Pero entrando en materia, desglosando una a una sus canciones, entendemos que los infinitos detalles de extremada calidad que pueblan sus partituras desbordarían cualquier reseña no quilométrica.

Podríamos citar el duro y crudo arranque de Gosh – ¿Burial? –, con su desarrollo melódico tardío y creciente tras la línea de sinte; la elegancia en los cambios de modulación de Sleep Sound, con beats vivos de Octopad y esa especie de hang sintético recurrente durante todo el disco. O el soplido de aire vocal de Romy, que todo lo mueve en SeeSaw: un tema tan redondo que bien podría marcar una de las cumbres de la electrónica pop, si quisiéramos rebajarla a dicha etiqueta. Pero es que después el tío se marca Obvs, que es un abuso, algo totalmente desproporcionado. En ella demuestra dos cosas. Uno: que es un mago de las texturas; y dos: que por eso es capaz de hipnotizarnos utilizando un solo dedo, transformándolo antes nuestras narices primero en un hang sintético en cascada, luego en un ritmo digital básico, y luego en una guitarra que parece mantequilla derritiéndose a la luz de las velas. Y así – más el interludio Just Saying – cierra un primer bloque que es para rendirse a sus pies.

Pero es en el segundo donde entra realmente en materia, donde residen los temazos más incontestables. La cavernosa Stranger In A Room, puro thexxismo minimalista, la poderosa Hold Tight, quizá la pieza más subterránea del álbum, la juguetona I Know There’s Gonna Be (Good Times), y la ya inmortal Loud Places, santo y seña de In Color. Encadenadas mantienen e incluso mejoran el nivel mostrado desde el inicio, y funcionan a la perfección como muestra del catálogo de habilidades de Jamie. Una por el atractivo intimista de su eco; otra porque bien podría ser el motor del disco, visto de cerca; otra por ampliar los horizontes del mismo hasta lograr estirar la puesta de sol; y la última de las mencionadas por recordarnos intensamente, desde su magia y capacidad de comunión, que la música sirve para unir a las personas. Y lejos de resultar residuales, cierran el disco The Rest Is Noise, de manera impecable y expansiva, y Girl, reflejando un estilazo y un dominio de los tiempos abrumador. Un ocaso que rápidamente se convierte en nuevo amanecer: porque este disco se oye en tacadas de cinco o seis veces seguidas. Es una joya. Un álbum para enmarcar.

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