El noveno disco de la islandesa Björk se adelantó tres meses debido a su filtración por internet.
Las expectativas eran altas, ya que el último trabajo de la islandesa, el experimental Biophilia, es el único de su carrera en no haberse situado – tan sólo en el 21- entre los diez primeros puestos de las listas inglesas, quedando muy lejos del éxito de Debut (nº3) o Post (nº2).
El disco, de cuya producción y arreglos que ya hemos hablado en otras ocasiones, coincide además con una retrospectiva dedicada a la carrera de la artista islandesa en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, hecho que ha sido decisivo para que la artista realice sus primeras actuaciones en la Gran Manzana en marzo y abril.
Para The Guardian “cada álbum de Björk llega con rumores iniciales de un retorno a la inmediatez pop de Debut y Post (…). Vulnicura – una palabra inventada que parece ser un extraño baúl de viaje de vulnerable y cura – no hace tales concesiones y es tanto mejor para él. Al cambiar el foco de nuevo a sí misma después de las preocupaciones globales de sus dos últimos discos, Björk ha creado un disco herido, y, lo más importante, crudamente humano y su trabajo más vital desde 2001″. Según The Telegraph “después de la fiesta salvaje en la playa de Volta de 2007 y las maravillas resplandecientes de Biophilia de 2011, Vulnicura es una travesía azotada por el viento. Pero uno pasa poco a poco sus contrariedades con la cruda emoción de la supervivencia”. Por último, npr destaca que “lo que la estrella del arte islandesa Bjork ha logrado en esa intersección de pop y la vanguardia no puede resumirse en un detalle, pero una vía es centrándose en la forma en que canta la palabra “emocional”. Escalándola como uno de los acantilados que a menudo evoca en sus letras pastorales, la deja abierta como una vista de su central, circulatorio “o.” La palabra se convierte en el grito de una valquiria, una declaración de propósitos sagrada y humanamente emocionante”.
