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[Reseña] Darkside – Psychic

darkside_paper-trailsElectrónica al servicio del bien.

Hace algo menos de año y medio, con motivo del conciertazo que Nicolas Jaar dio en la barcelonesa sala Apolo en septiembre de 2012, comparé y describí la buena música electrónica, y en concreto la suya, como el buen sexo: “candente, basada en una métrica cambiante, de intensas y múltiples velocidades, ha de ser sinónimo de conexión entre emisor y destinatario, ahondando en el deseo y la necesidad crecientes del siguiente cambio de ritmo, y contemporizando sutileza y contundencia en un mismo acto”. Para la presentación de aquel set, ya entonces, se había hecho acompañar por dos músicos: Will Epstein al saxofón y Dave Harrington a la guitarra, pero nadie podía sospechar que esa puesta en escena del primer largo del productor chileno-norteamericano, The Space Is Only Noise (Circus Company, 2011), tendría cierta continuidad en Darkside, el proyecto de colaboración de Jaar con Harrington. Un año después, lanzan al mercado Psychic (Matador, 2013).

Se trata de un disco absolutamente asombroso y brillante; redondo y elegante hasta extremos insospechados. En él, aparte de notarse una conexión especialmente brutal entre productor y guitarrista, o precisamente por eso, conforman entre los dos una electrónica madura, porosa y de vocación abiertamente artística. El trabajo de cuerdas de Harrington se cuela constantemente en la instrumentación de Jaar, proporcionándole en ocasiones la base misma, y en otras, simples pero efectivos adornos de producción. Pero la aportación del primero se desmarca siempre como un valor añadido al ya de por sí brillante talento compositivo y creativo del joven Nicolas. Un nuevo paso adelante, en una carrera que avanza a grandes zancadas imposibles de ignorar. Y no parece que el chico prodigio haya alcanzado ya su límite.

Sin dejar de tener, en potencia, todo el espíritu necesario para convertirse en electrónica de pista, el tracklist de Psychic conforma un álbum concebido para la escucha y el atento deleite, mucho más allá del baile. Jaar sigue ahondando en una idea de música en la que la electrónica sirve más como medio que como fin: es la llave que abre la puerta a miles de sonidos, pero no el sonido mismo. Crea con ella una especie de realidad ficticia, un universo propio muy real, en el que las aportaciones de géneros o instrumentos tradicionales aparecen bajo una nueva perspectiva y apariencia, enriqueciéndose mutuamente. Ya sea su impactante, profunda y versátil voz, tanto en el primero como en el segundo de sus Cds, o la sutil presencia de la guitarra de Harrington en Psychic. La electrónica es, para Jaar, el filtro a través del cual busca la sofisticación de un arte musical ancestral.

La primera idea clara de lo que el Cd contiene la encontramos a los 5 minutos de Golden Arrow, canción que abre la obra: un medio-ritmo a fuego lento, cadencioso y elegante, conducido por un simple fraseo de guitarra (casi en palm mute) que en 30 segundos se hace poderosamente adictivo. El tema más largo de Psychic, crece con la evolución propia del house, pero no se aparta ni un segundo del camino marcado por Harrington. También en Heart el protagonismo descansa en la guitarra, hasta el punto de trascender su función de base y erigirse como auténtico conducto narrativo. Pero es en Paper Trails donde la electrónica de Jaar prescinde casi completamente del elemento y la instrumentación electrónica: los juegos vocales del Nicolas más gutural, un ligero chasquido rítmico y las sutiles y cristalinas notas de Dave Harrington planeando libreas sobre el eco de un océano en calma, son más que suficiente para sentar cátedra.

The Only Shrine I’ve Seen, seguramente el tema que mejor mezcla los dos polos del concepto musical que hay detrás de Darkside, combina pasajes cantados con otros meramente instrumentales, donde una guitarra en clave synth-funky preconiza y se mimetiza en uno de los pocos momentos de aceleración del Cd. El disco sigue avanzando, y no baja un ápice el nivel. Freak, Go Home marca entonces el punto culminante del mismo: el único 100% Jaar. Porque, más allá de la no presencia de Harrington en esta ocasión, cada pista, cada capa utilizada tiene el aroma inconfundible de su escrupuloso e impecable gusto estético y musical. Son sus achatados pero amplios espacios, sus características construcciones musicales-arquitectónicas; inconfundibles y, hoy por hoy, imprescindibles si se quiere conocer y entender el fenómeno de la electrónica en toda su gloria y esplendor.

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