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[Crónica] Derby Motoreta’s Burrito Kachimba (Málaga, 08/07/20)

El grupo sevillano regresaba a los escenarios dentro de la programación del ciclo 'Música y Museos'

El grupo, en un momento de la actuación. Foto: Alberto Fernández-Baca

Muchos de los que acudieron anoche al patio del Palacio de la Aduana comprobaron por primera vez cómo es eso de asistir a un concierto luciendo mascarilla y moviendo cabeza, pies y manos atornillados a la silla. No resultó tarea fácil. De hecho, es complicado mantener la compostura frente al feliz desparramamiento que proponen siempre Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, que regresaban ayer a los escenarios tras el parón inducido por la crisis sanitaria provocada por el dichoso coronavirus. Y lo hacían formando parte de la programación de Música y Museos, ciclo que nace con el propósito de aunar canciones, literatura y patrimonio museístico de la mano de autores e intérpretes andaluces.

Los embajadores de la kinkidelia, corriente estética y musical creada y predicada por ellos mismos, se presentaron en el Museo de Málaga con la artillería al completo: un par de guitarras, teclados, sintentizadores, batería, bajo y la voz de un Miguel García, a.k.a Dandy Piranha, que apenas pudo contener la emoción en su primera intervención para agradecernos el habernos acercado hasta allí para verlos y escucharlos tras el confinamiento. La exaltación también se trasladó al público en los primeros compases de la actuación: los aplausos que siguieron a la fulgurante apertura con The new gizz se prolongaron más allá de lo que nuestros hábitos acostumbran en este tipo de rituales.

El sexteto afincado en Sevilla se mostró ávido y generoso a la hora de recrear sonoridades que transpiran psicodelia jonda en cada bocanada, ya sea en La piedra de SharonSamrkandaAliento de dragón o en el oasis que supuso Somnium Igni. Es evidente el rodaje del grupo —que sorteó como pudo la acústica del recinto— tras un extraordinario 2019, año en el que la banda se lanzó a recorrer multitud de salas y festivales nacionales con su primer disco bajo el brazo. Al repertorio habitual de los últimos meses, en el que también se incluye la versión de Nana del caballo grande de Camarón, se unieron ayer los estrenos en vivo de Alas del mar, registrada junto a Kiko Veneno en la Residencia de Radio 3, y El valle, primer adelanto de lo que será su próximo álbum. La explosiva El salto del gitano cerró la velada y envalentonó a los más osados, que, ahora sí, se levantaron de sus asientos alzando brazos y voces amortiguadas. Vuelve la música en directo: nueva normalidad, mismas emociones.

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