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Godspeed You! Black Emperor – Allelujah! Don’t Bend! Ascend!

El reflejo en la profunda inmensidad de uno mismo.

Tratar de definir un nuevo disco de Godspeed You! Black Emperor es como intentar mantener la calma observando, en primera línea de fuego, las abruptas montañas, picudas y amenazantes, de un planeta desconocido y nuevo, en un viaje sin retorno por el ignoto, profundo y desértico universo. El efecto que produce su sonido solo es comparable a lo que ha de generar la visión frente a nosotros, clara y nítida, de lo inexplicable, en toda su superior magnificencia. Son la descripción del apocalipsis, mucho más allá de la extinción de la raza humana. Los absolutos amos del post-rock instrumental progresivo.

Los canadienses, que regresaron a los escenarios en 2010 ante el asombro y el entusiasmo de crítica y público, han vuelto también ahora a los estudios para editar el que es su cuarto Cd, Allelujah! Don’t Bend! Ascend!, tras diez años de silencio: sin duda, uno de los regresos más sonados del año 2012; o una funesta premonición. Sin embargo, por mucho que su carrera se resumiera en un puñado de canciones (de cuarto de hora de media, eso sí), que se hayan mantenido siempre al margen de cualquier aspecto comercial o publicitario, y pese a su práctica desaparición del mapa musical durante tantos años, Godspeed You! Black Emperor siempre ha generado adeptos (y adictos). Son el grupo de culto por excelencia: la rara avis, categórica y escatológica, dotada del genio de lo sublime, y envuelta en ese halo de misterio y negra brujería que tanto pavor y admiración generan a la vez. Han vuelto, y siguen siendo los mismos: penetrantes, aterradores, y absolutamente clarividentes; con su estructura típica; con explosiones en el espacio exterior: el cielo es un juego de niños.

Porque en verdad Godspeed You! Black Emperor, aun siendo mucho más crípticos e inaccesibles, dejan muy atrás a bandas como Explosions In The Sky (por resumir a las múltiples bandas semejantes): fuegos artificiales en el cielo frente al viaje cósmico sin retorno que es la experiencia de cualquiera de los discos de los de Montrèal. Será porque la esencia del post-rock instrumental es precisamente esa extraña sombra de gris ceniza que se cierne siempre sobre las composiciones operísticas de Godspeed You! Black Emperor, para que luego las luces, que entran poco a poco, vayan desflorando una estructura creciente que acaba eclosionando. Es la descripción de las fuerzas de la naturaleza, infinitamente superiores al ser humano, en toda su belleza y brutalidad. Son la transcripción en música de lo hermoso que hay en el caos y en la perfecta anarquía de las leyes del universo y la realidad. Por eso tienen las pelotas de cerrar el Cd con un track de 8 minutos, Strung Like Lights At Three Printemps Erable, con ruidos, notas tendidas, acoples y una distorsión saturada en forma de tormenta eléctrica.

Allelujah! Don’t Bend! Ascend! se divide en dos canciones de 20 minutos, Mladic y We Drift Like Worried Fire, la de 8 que acabo de citar, y otra de 6 minutos y medio, Their Helicopters Sing. Hasta aquí nada raro. Centrando el peso narrativo en las dos largas, éstas se basan en desarrollos inmensamente largos, con explosiones de intensidad voluptuosas y densas, como las supernovas, que avanzan lentas pero irremediablemente imparables, hacia quien se atreva a mirar. La conjunción instrumental, además, es tan perfecta, contundente y voluminosa, que amplifica las sensaciones, como esa tensión que solo ellos saben sostener durante minutos, y la percepción instintiva de la brutalidad primaria que subyace en la filosofía musical de Godspeed You! Black Emperor. Por eso pueden hacer temas que, dentro de los parámetros de la coherencia, parecen el sonido que emiten las entrañas de la creación (la más corta).

La sensación que genera su música es que van más allá, que rebasan los límites de algo muy lejano, trascendental, y terrorífico en cuanto a desconocido. Parecen ser los únicos en tener el suficiente valor como para mirar qué hay tras la destrucción total, y encima narrárnoslo de manera que podamos admirar la belleza que hay en el caótico e inconmensurable orden cósmico. Pero también, en un contrasentido alucinante, me parece aquella mirada, igualmente valerosa, que es capaz de mirar fijamente al reflejo de sus mismos ojos en un espejo, y zambullirse en el verdadero, profundo y espeluznante misterio que es el interior de uno mismo. Rompen máscaras tras las cuales nos escondemos incluso de nosotros mismos, y rompen también fronteras siderales, más allá de las estrellas, del cielo, y de la propia humanidad pensante. Godspeed You! Black Emperor son el reflejo en la profunda inmensidad de uno mismo.

Pero los canadienses, además de inductores de todo tipo de divagaciones y abstracciones mentales sobre las estructuras naturales del universo y de la psique humana, son también músicos de primer orden. Es un auténtico espectáculo, además de un privilegio para los oídos, ver a este numeroso colectivo sobre un escenario. Sobria y seria sobre las tablas, la banda emana un sonido completo y sobrecogedor: se hacen dueños y señores del ritmo cardíaco del público y de sus pieles, que erizan a su antojo. Siempre pensé que eran como el cometa Haley, que solo puede ser visto por una generación de cada cuatro; Pero increíblemente, han vuelto: y estarán en Madrid y Barcelona los últimos días de Octubre. Por lo que más queráis: ¡No os lo perdáis!

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