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Yo La Tengo (Auditori de Barcelona, 06-03-2013)

Liberando música.

Definir la música de manera absoluta, como definir el arte en general, no es tarea fácil: para empezar habría que admitir que, además de ser una forma de expresión artística, es a la vez un simple espectáculo, un género más de la moda, un negocio lucrativo e incluso una industria relativamente poderosa. En consecuencia, y como pasa también con el cine, existen productos musicales confeccionados a la medida de cada una de esas vocaciones, enfocados a su público respectivo; y es perfectamente legítimo que cada uno busque en la música lo que quiera, ya sea una pieza de arte, entretenimiento, o simple estética. No obstante, preocupa más, o es más relevante y definitoria, la relación que cada artista tenga con su propio producto: ahí es, a la larga, donde se distinguen y destacan aquellos que viven la música como una forma de arte, de expresión y expansión interna y de liberación y emancipación personal y humana.

Que los demás no traten de engañarnos, porque se les ve el plumero. Basta con asistir de vez en cuando a conciertos como el que dieron ayer Yo La Tengo en el Auditori de Barcelona, para labrarse un criterio bastante fiable. En una cita de etiqueta, y en un emplazamiento extraordinario en el que suele oírse a Mozart, a Beethoven o a Wagner, el trío de Jersey demostró por qué es legítimo considerar a bandas de rock contemporáneas, si no a la altura de éstos, que ya es mucho decir, sí como las puntas de lanza de la exploración artística musical de nuestra era. Fruto de nuestro tiempo, y para quienes quieren disfrutar de la música como una experiencia estética, al más puro estilo kantiano. Porque la belleza de Yo La Tengo, de hecho, es puramente libre, espontánea y no está sujeta a la razón o al encarcelamiento de las normas. Por eso son y han sido siempre, a su modo, auténticos contestatarios: un atentado contra el orden preestablecido.

El recital de ayer formaba parte de la 14ª edición del ciclo de conciertos conocido como Banc Sabadell Festival Mil-lenni, que ofrece cada año espectáculos de especial calidad en destacados emplazamientos de la capital catalana. Pese a que tienen la misma capacidad empática y de comunión atmosférica, no es lo mismo escuchar un directo de Yo La Tengo en una sala normal, incluso buena, o en un festival, que hacerlo en un recinto como el Auditori. Éste ofreció quizá el mejor sonido que yo haya escuchado, personalmente, en toda mi vida, estando los de Haboken a la altura en todo momento. Y no era tarea sencilla, porque el concierto, dividido en dos partes separadas por un intervalo en toda regla, estaba concebido en realidad como dos: uno fino, acústico, limpio y claro; y otro en el que pudieran engordarse y  dar rienda suelta al ruidismo orquestal que practican. Como un pez globo, con un veneno encantador y poco mortal.

Ya durante la primera hora de concierto, que duró aproximadamente 50 minutos, pudimos observar lo fácil que disuelven los temas nuevos en su vieja discografía, rasurando canciones como Ohm, Paddle Forward, Did I Tell You o Tom Courtenay bajo el mismo criterio minimalista, reducido y ralentizado. Estuvieron especialmente delicados, como si tuvieran entre manos algo realmente frágil, enseñándonos en alta definición los hilos que componen su tejido musical. Detuvieron el tiempo en The Point Of It, dilatando el espacio a fuerza de susurro; y puede que, durante Cornelia and Jane, mientras oíamos pasmados la respiración natural de las cuerdas, todos olvidáramos por un instante nuestros problemas. Parecía como si acariciaran solo lo esencial de cada tema, rozando únicamente el vello de su piel; incluso durante el mágico y profundo punteo de exploración de Ira Kaplan en I’ll Be Around.

La primera parte acabó con éste último sentado al piano, James McNew al bajo, ordenándolo todo, y Georgia Hubley domando sonidos fantasmagóricos con la guitarra y dando forma a la mítica Big Day Coming. Cualquiera habría entendido entonces que lo que estaba aún por llegar vendría cargado de energía. Si hasta ese momento habían sometido sus temas a una caracterización determinada, más dilatada y contenida, tras la pausa llegaba el momento de que mostraran su verdadera vocación: Yo La Tengo son libertadores de canciones. Y no es que las suyas se inicien con apariencia oprimida, para una posterior salvación como recurso estructural; todo lo contrario: más bien parece como si éstas hubieran elegido de motu propio el haber nacido en la inspiración de los de Jersey, para así poder sentirse y mostrarse como plenamente libres sin necesidad de artificio alguno. Todo fue natural, grande y perfecto anoche, como algunos caprichos de la creación.

Demostraron con Let’s Save Tony Orlando’s House que, a veces, libertad, espontaneidad e imperfección van unidas de la mano; y también que, aunque no comulgaran del todo con la estética grunge, aún son muy capaces de abnegarse y refugiarse en la distorsión con temas tipo Nothing To Hide o Drug Test, pero siempre manteniendo un grado de elegancia y carisma muy elevado. Hicieron honor a la portada de su último trabajo, Fade (Matador Records, 2013), sobre todo con Before We Run: Yo La Tengo son como ese sauce que crece, que se expande hacia arriba en una contralada y prolongada explosión natural, y que sabe que en un momento determinado deberá decaer para volver a sus raíces, al origen de su ser. Acabaron repitiendo Ohm, en su formato original, y con unos bises en los que sonaron, además de You Can Have It All, versiones de la Velvet Underground, de The Kinks, de George McRae y del recientemente fallecido Kevin Ayers. Un lujo de principio a fin. El aplauso no debió acabar nunca.

Escucha el setlist del concierto en Spotify.

Fotos de Pablo Luna Chao.

16 comentarios

  1. Estás seguro de lo de Kevin Ayers? A mi me consta que tocaron She’s my best friend de la Velvet, Till the end of the day de los Kinks

  2. Si te soy sincero, me perdí en los bises y soy muy malo para las versiones…¡¡ De todo el artículo es la única información que no he podido contrastar, y me fio de conocido de twitter, al que cosidero bien informado :) En cualquier caso, me quedo con las primeras 2 horas…..

    1. La primera vez que vi a Yo La Tengo fue en la sala Capitol de Santiago DC, hace unos 4 años, dando un gran concierto. Pero claro, el Auditori de BCN ofrece una posibilidades de sonido que hicieron imposible que nos aburriéramos. Gracias por tu comentario, y por enseñarnos tu crónica!

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