conciertos

Bart Davenport (Madrid, 15-10-2004)

Bart Davenport llegaba a nuestro país para presentar Game Preserve, su segundo disco en solitario tras su paso por Kinetics y Loved Ones. La Sala Barbarella de Madrid fue el escenario de un concierto que resultó, por muchos motivos, inolvidable. El principal, sin duda, la capacidad de Davenport para llegar al público simplemente con su voz y guitarra. Esto, unido a las penetrantes miradas que dirigía a los afortunados asistentes, hacía que sus composiciones, al igual que en el álbum, se convirtieran en pequeñas joyitas que iban cayendo una tras otra. La gran diferencia, como hemos comentado, es que aquí no encontramos ni rastro de esos arreglos magistrales de los que presume el álbum.

El californiano combinó un efectivo repertorio, apoyado en las canciones de su último trabajo pero sin olvidar las de su disco anterior y ofreciendo, además, un par de inéditas. El californiano interpretó dos de los mejores temas de Bart Davenport (Mushroom Pillow, 2002), Chimes y Miami afternoon. Con la primera ya pudimos comprobar que era invitable pensar en los numerosos detalles de la grabada pero, al mismo tiempo, nos frotábamos las manos pensando en lo que nos quedaba por disfrutar. Bendita contradicción. La segunda sonó en una versión algo más reducida pero sin perder ese particular encanto que le hace ser una de las preferidas del público.

Sin embargo, lo mejor del concierto llegó con los temas de Game preserve. Tal vez sea porque se prestan más a este tipo de conciertos acústicos, una de las principales características del nuevo trabajo y que sirve para dejar un poco de lado esa parte progresiva, psicodélica y experimental que contenía su debut. The saviors o la fantástica versión de los Free Designs, My brother Woody (entre medias sonó ese antojo que es Porcelain fog), demostraron, junto a las dos nuevas composiciones (de las que no dijo el título y que siguen muy en la línea de su último disco) que Davenport se encuentra en un estado de creatividad sublime y con capacidad para regalarnos grandes momentos. Como la interpretación de Sweetest game, cuya introducción con la guitarra española (el tema lo compuso, precisamente, en Madrid) fue prolongado para regocijo de los presentes.

Tras algo más de una hora y muchos agradecimientos (no se defiende mal con nuestro idioma), Bart desaparecía entre aplausos y vítores. Sólo nos queda desear que la próxima vez que se pase por nuestro país lo haga con una banda acorde con la calidad de su trabajo. Así podrá estar algo más cerca de sus santísima trinidad: Gil Scott Heron, Arthur Lee y Paul McCartney.

Textos: Francisco José Fernández Luque
Fotos: Andrés Cabanes

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