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Siwel – Siwel

Hace cinco años que un adolescente más empezó a tocar la guitarra y a componer canciones sobre sus vivencias. Ahora este joven valenciano ha publicado bajo el seudónimo de Siwel una de las más agradables sorpresas de este 2004. Un trabajo acústico con arreglos mínimos, de lírica cruda y directa como si de un diario se tratara, e inundado de una agridulce melancolía. Así no deja de ser curioso el contexto de su concepción, que se asemeja más bien a un cuento de hadas. El álbum fue grabado en los estudios Tabalet (Alboraia, Valencia) entre el 9 y el 13 de febrero. En mitad del proceso, Vicente Martínez de Zebra Records, que tenía la oficina en el mismo edificio, le ofreció hacer un disco en lugar de lo que en inicio era una auto-producción.

Los referentes creativos que vienen a la cabeza desde la primera escucha son muchos, y todos ellos influencias reconocidas por el propio autor: Nick Drake, Simon & Garfunkel o los Beatles -no en vano acostumbra a interpretar en directo el Blackbird de McCartney- están entre ellos. Aunque sin duda la figura de Elliot Smith planea sobre todo este debut, y no es para menos a tenor de la devoción que le profesa. Reflejo fiel de esta realidad son sus versiones en vivo de obras como Biggest lie, Angeles o Miss Misery. Pero sin duda la mayor prueba de ello es el escalofriante homenaje que le brinda en Rest in peace (alive in my heart) -exquisitas las notas de flauta-, cuya letra fue escrita el día después del terrible suicidio del genio de San Francisco, fallecido el 21 de octubre de 2003.

Pero hay vida más allá de Elliot Smith, y Siwel muestra una gran madurez creadora a sus 20 años de edad. La guitarra acústica, pulsada con la precisión del buen guitarrista, se perfila como la máxima protagonista a la hora de acompañar su dulce voz, que sin grandes alardes es capaz de transmitir la hondura sentimental que pretende. Por otro lado, sutiles arreglos de violín y cello salpican aquí y allá cada una de las canciones, sin estridencias, haciendo hincapié en el intimismo predominante a lo largo del álbum. Con este soporte, delicadamente nos vamos introduciendo en los recovecos de su mundo interior.

Prevalecen las composiciones de temática amorosa, como I didn’t need to know your name, la amarga Straight from my heart, The ballad I wanted you to listen to -precioso juego final de guitarras- o I’d like. Pero no nos encontramos ante otro cantautor más para quinceañeras en celo. Otros anhelos y preocupaciones se descubren en Dreams, que trata la dicotomía que opone evadir la vida soñando y mantener los pies en la tierra, o Time, que expresa cómo Siwel veía que se le iba el tiempo viajando en los autobuses y trenes públicos. No mistake refleja la angustia de saber que no hay modo alguno de no cometer errores y la explícita Still (no name) ataca a aquellos que causan el terror entre los seres humanos. En un plano estrictamente musical, llaman la atención los cincuenta segundos de deconstrucción instrumental en estudio del final de la ya mentada The ballad I wanted you to listen to, que conforman el octavo corte del álbum -sin título- causando un efecto realmente hipnótico.

Call me Mr. Sad puede ser tomada como toda una declaración de principios, aunque en realidad se presenta como la pieza aglutinadora de todas las partes del breve pero intenso rompecabezas de poco más de 35 minutos que es el debut de Siwel. Una pequeña joya a la que si sumamos las nuevas creaciones presentadas en concierto, nos queda una emergente trayectoria con la sinceridad por bandera, a la que no queda más remedio que prestar atención de ahora en adelante.

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