Cine, Tv y Teatro

Gran Torino

grantorino_2008Los que alguna vez ponemos titulares sufrimos una curiosa enfermedad: estamos convencidos de que el universo se puede resumir en una línea. Por tanto, la última película de Clint Eastwood va bien servida con manoseadas frases al estilo de “La despedida de un maestro” o “El adiós de Harry el sucio”. Nos lo tendrán que perdonar. Sin embargo, háganse un favor y no se queden nunca en el titular, porque a lo peor no se enteran de la misa la mitad. Y siendo las anteriormente apuntadas, y muchas otras frases por el estilo, un buen recurso para atraer lectores, apenas pueden atrapar lo mucho que esconde Gran Torino. Como se ha dicho, estamos ante la anunciada última interpretación de Clint Eastwood -de lo que esperemos que se arrepienta- y ante una cinta mucho más interesante que perfecta, cosa que ni es ni debemos desearle.

Gran Torino es una película levantada, se diría que a modo de tributo, en torno a Clint Eastwood. De principio a fin resuenan en la cabeza del espectador los personajes que en su larga trayectoria ha interpretado -y nosotros disfrutado- el veterano actor californiano. Violentos agentes de policía, polvorientos pistoleros del Lejano Oeste, aventureros de la carretera… Su protagonista, Walt Kowalski, no engaña a nadie: sabemos que antes de cambiarse el nombre se hacía llamar Harry Callahan (serie de Harry el sucio) o Thomas Highway (El sargento de hierro). Antipático, racista, intolerante y maleducado, ahora como entonces se pega a puñetazo limpio con la vida sin darle demasiada importancia. El comienzo nos lo confirma: este hombre que acaba de enviudar odia a todos los que tiene alrededor, ya sean vecinos orientales, bandas juveniles, un sacerdote inexperto e incluso -especialmente- a sus hijos. Pero en Gran Torino algunas cosas han cambiado, y el arquetipo del hombre duro ha perdido arrogancia, ha perdido, en fin, la juventud. Para Walt Kowalski, la noche ya ha empezado a caer, y perdido el único cabo que lo mantenía atado a este extraño, despiadado estercolero en que se ha convertido el mundo, se siente perdido. Viejas fotografías, su fiel perro y un Ford Gran Torino del 72 es lo poco que le queda tras el naufragio. Ningún consuelo encuentra en la religión –un enfoque que retoma lo ya dicho por el director en Million dollar baby-, y sólo parece entenderse con aquellos viejos amigos con los que se toma una cerveza de vez en cuando. Hasta que un incidente que implica al simbólico automóvil ponga en funcionamiento su oxidada maquinaria y este viejo y derrotado individuo se convierta, de nuevo, en una persona con algo que esperar de la vida, y algo que entregar a cambio.

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Dije que la película tiene mucho que rascar y lo mantengo. El sólido guión del poco conocido Nick Schenk toca temas de innegable trascendencia: pérdida de valores, violencia juvenil, choque de culturas o la eterna incomprensión entre padres e hijos. Bien es cierto que no le hace ascos a algún que otro lugar común, sobre todo en la relación maestro-pupilo que el protagonista mantiene con su joven vecino, pero las frases lapidarias puestas en boca del personaje salvan en gran medida la función -destaquemos la escena de la barbería o la visita de Kowalski a sus convecinos-. La sobria puesta en escena de Eastwood también ayuda, y aunque se queda lejos de la maravillosa austeridad de Million dollar baby, consigue sobreponerse a los muchos tics de los que tira en esta ocasión el actor -en la propia interpretación-, y director -como los innecesarios subrayados, véase el sonido del tambor en momentos de tensión-. Y con todo, lo mejor es acompañar al personaje hasta el bello final, asistiendo desconcertados al sombrío teatro de estos tiempos canallas donde los cobardes hacen fortuna. Apoyarlo cuando busca mecanismos de defensa ante la injusticia, dándonos cuenta por fin de que ver no es comprender y de que la vida no tiene sentido si no se transmite el legado de lo vivido. Y claro, acompañar a esta leyenda del cine en su despedida frente a las cámaras. Ahora sí: “La despedida de un maestro”. Me lo tienen que perdonar, no he podido evitarlo.

Gran Torino, EE.UU., 2008
Director: Clint Eastwood; Guión: Nick Schenk; Fotografía: Tom Stern; Música: Kyle Eastwood y Michael Stevens; Intérpretes: Clint Eastwood (Walt Kowalski), Christopher Carley (Padre Janovich), Bee Vang (Thao Vang Lor), Ahney Her (Sue Lor), John Carroll Lynch (Martin), Brian Haley (Mitch Kowalski), Brian Howe (Steve Kowalski).

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