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[Reseña] Liars- The Apple Drop

La larga trayectoria de la banda Liars se podría desglosar en dos períodos. Desde su nacimiento, encuadrado dentro del surgimiento de grupos de pospunk revival a principios del nuevo siglo, focalizado en la asociación creativa de Andrew, Hemphill y Gross y con su punto álgido en discos como Drums Not Dead (2006), considerado como uno de los mejores trabajos de los estadounidenses o WIXIW (2012) y una segunda fase más reciente, desde 2017, en la que su líder Angus Andrew ha permanecido en solitario, aun así manteniendo el sello y nombre del proyecto como hiciera en su momento uno de sus mejores referentes, Mark E. Smith y su proyecto Fall.

A diferencia de otras formaciones de dance punk de su generación como LCD Soundsystem o !!!, Liars, ya fuera en sus comienzos como trío o ahora en solitario, se ha caracterizado siempre por construir desde un cimiento más experimental y una reinvención constante que los ha alejado de los circuitos más comerciales y, a la postre, de mayor popularidad. Siempre reacio a cualquier influencia moderna, para el décimo álbum de Liars, Angus Andrew eligió expandirse y acoger, con fortuna, de nuevo la colaboración. “Mi objetivo era crear más allá de mis habilidades, algo más grande que yo”. El nuevo álbum, así, lo encuentra trabajando con el baterista de jazz de vanguardia Laurence Pike, el multiinstrumentista Cameron Deyell y la letrista Mary Pearson.

Así Angus Andrew, inicialmente reticente a la retrospectiva, ha reconocido que The Apple Drop es el primer álbum que se inspira directamente en su pasado. Además es un disco también sugestionado por narrativas de ciencia ficción, dándole , como él mismo define, una auténtica visión cinematográfica. Con fusiones únicas de electrónica y rock alternativo, intenciondamente desestructurado, a través de la instrumentación de sus compañeros de estudio retocada por él mismo en computadora, el décimo álbum de Liars es probablemente el más accesible en sus veinte años de carrera, desde el épico comienzo de The Start, repleto de vibrante percusión y coros inesperados, a piezas, como Kings of the Crooks, que gustan coquetear con el pop, pero sin perder su esencia avant-garde. The Apple Drop, un álbum que parece hecho a medida para el sello Mute, consigue el justo equilibro dentro de la difícil compenetración de comercialidad con transgresión y vanguardia.

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