Dos son los libros sobre los que se proyecta esta entrada: Cuentos fantásticos en la España del Realismo (Catedra, 2006) y Antología de la literatura fantástica, publicada en 1940 y ampliada en 1965 con más relatos y alguna que otra aclaración por parte de Adolfo Bioy Casares, responsable de los textos seleccionados junto a Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo.
“El cuento contemporáneo” –son palabras de Julio Cortázar– “se propone como una máquina infalible destinada a cumplir su misión narrativa con la máxima economía de medios […] Alguna vez lo he comparado con una esfera; es algo que tiene un ciclo perfecto e implacable; algo que empieza y termina satisfactoriamente como la esfera, en que ninguna molécula puede estar fuera de sus límites precisos”.
Antología de la literatura fantástica reúne cuentos favoritos de tres nombres esenciales de la literatura argentina. “Una noche de 1937”, escribe Casares en el prólogo, “hablábamos de literatura fantástica, discutíamos los cuentos que nos parecían mejores; uno de nosotros dijo que si los reuniéramos y agregáramos los fragmentos del mismo carácter anotados en nuestros cuadernos, obtendríamos un buen libro”. La antología se nutre de más de setenta textos de diversas épocas y géneros. No existe –al menos a primera vista- ningún criterio histórico o geográfico. De esa forma, se puede viajar al siglo IX de la mano de Niu Chiao y su Historia de zorros para, unas páginas después, continuar con El caso del difunto míster Elvesham, de H.G. Wells, o el preciso cachetazo que supone El gesto de la muerte de Jean Cocteau.
Es inevitable que cada lector termine decantándose por unos textos en detrimento de otros. Algunos pueden incluso dejarnos indiferentes. Pero ante una selección que incluye a León Bloy, G.K. Chesterton, Franz Kakfa, Guy de Maupassant o Edgar Allan Poe, entre muchísimos otros –algunos no tan evidentes-, es complicado no encontrar decenas de buenos momentos. A ello hay que sumarle la posibilidad de descubrir nuevos nombres y cuentos en los que sumergirse alegremente, lo que termina por convertir esta Antología de la literatura fantástica en un compendio siempre recomendable.
Por otro lado, en Cuentos fantásticos en la España del Realismo, Juan Molina Porras selecciona un puñado de textos que demuestran el interés que muchos de nuestros más importantes novelistas del Realismo sintieron por la literatura fantástica. Encontramos aquí relatos de nombres tan emblemáticos como Blasco Ibáñez, Pardo Bazán, Galdós o Clarín. Molina Porras ha creído conveniente clasificarlos en cinco categorías y argumentar sus diferencias, por lo que el índice se reparte entre cuentos grotescos, maravillosos, oníricos y alucinatorios, fantásticos y de ciencia ficción. Varios de ellos han sido poco leídos o prácticamente olvidados, probablemente, como bien apunta Molina Porras en la introducción del libro, porque “la narración breve casi siempre ha sido un género menos apreciado que la novela […] En efecto, las sombras de Fortunata y Jacinta, La Regenta, Los pazos de Ulloa, El escándalo o Pepita Jiménez han ocultado la tradición cuentística de nuestros grandes autores y, en particular, su producción fantástica”.
El lenguaje utilizado en algunos de los textos pueden entorpecer la lectura, pero las abundantes notas resultan esclarecedoras más allá del aspecto léxico o gramatical, ya que también nos ayudará a situar la acción y a conocer el contexto histórico en el que se desarrolla la misma. Por todo ello no es descabellado –más bien todo lo contrario- complementar la antología de Borges, Ocampo y Casares arriba comentada con esta otra más explícita y oculta pero igualmente notable y necesaria.
