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Havalina – Junio

Muchos son los cambios que han abordado Havalina Blu en el sucesor de A woman or two (Junk Records, 2006). El más importante -aunque tal vez no el más obvio- ha sido la decisión de Charlie Bautista de abandonar una formación de la que había sido cabeza visible junto a Manuel Cabezalí desde que fuera fundada en el año 2001. Ante la imposibilidad de estar plenamente centrado en Havalina -toca entre otros con The Sunday Drivers, Christina Rosenvinge, Amigos Imaginarios o Tulsa- Charlie ha optado (de mutuo acuerdo con el resto del grupo) por dejar la banda. Así el cuarteto no sólo ha acortado su nombre, sino que se ha convertido en un trío en el que Nahúm García ha sustituido a Sara Iglesias al bajo mientras que Javier Couceiro se mantiene al mando de las baquetas.

La novedad más evidente que trae este Junio (Estoescasa!, 2008) es el paso del inglés al español en las letras. Lejos de ser una cuestión de modas al alza en la música alternativa patria, esta evolución esconde la frustración de no lograr que calasen las letras de sus trabajos anteriores en un país que por lo que se ve no invierte lo suficiente en colegios bilingües. Llegados a este punto empieza a parecer que hablamos de una banda distinta, y en cierto modo es así. Hemos pasado de dos líneas compositivas fácilmente reconocibles -como Lennon/McCartney versión Barrio del Pilar- a una concepción más homogénea en esencia, pero no por ello menos variada y desde luego colmada de interés.

Además ahora Havalina se muestran plenamente en estudio tal y como son tocando en vivo, crudos y directos a la yugular. Bastan diez segundos de A golpe de bisturí (toda una declaración de principios) para comprobar cómo sacan partido a los elementos básicos de la entente guitarra-bajo-batería. Y con cinco más de Nadie como yo nos dejan claro que saben hacernos vibrar sin concesiones. Alternan desarrollos más contenidos de gran intensidad, como ¿Dónde irán? o Septiembre, con algún medio tiempo como el de Cosas que le diría y auténticos cañonazos como Tus huesos, Sólo pienso en mí o Noches sin dormir, con guiño a su amado Iggy Pop incluido.

Si la intención era hacer más cercano su mensaje desde luego que lo han logrado. Es difícil no sentir simpatía por ese omnipresente macarra sensible y sediento de sexo al que le cuesta mirar a los ojos antes que a las tetas, pero que está deseando que le permitan abrir su alma para entregarse. Hablando de mujeres, sólo se puede sonreír cada vez que se escucha Pechos de metal, oda a determinada pseudodama del indie con, al parecer, un pequeño problema de elefantiasis en el ego. En realidad no se deja de hablar de mujeres, siempre presentes como catalizadores de alegrías y miserias. Al escuchar Siewertd pienso que no pueden evitar hacerse mayores mientras no dejan de ser esos tristes felices que se ahogan de ganas de vivir nuevas experiencias.

A los que seguimos desde hace tiempo a esta banda periódicamente nos surge una interrogante: “¿por qué no acaban de dar el salto de popularidad que por su calidad merecen?”. Una de las excusas baratas que más nos placen es la de que son demasiado rockeros para el público que gusta de la música independiente sin llegar a dar el perfil del típico grupo que va al Azkena. Lo cierto es que tienen repertorio para quemar cualquier festival o sala que se les ponga por delante mientras sigan manteniendo esta ilusión por su proyecto, y la paciencia y el trabajo duro seguro que terminarán por dar su fruto.

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