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Sonic Youth – Rather ripped

Aquel cuadro en el que Sonic Youth se retrataban como auténticos killers del rock & roll entre mediados y finales de los ochenta, descuartizando cualquier retazo de música tradicional americana a base de distorsión, afinaciones imposibles y experimentación, parece ir cambiando de aspecto con el paso de los años, tal y como sucede en la novela de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray. Sin embargo, en este caso la actitud más fea y desafiante deja paso a un alarde de preciosismo pop. La madurez del grupo se viene observando desde aquel Murray Street (Geffen, 2002), donde se dejaba entrever el uso de estructuras más convencionales y un sonido menos guerrero, lo cual viene siendo la tónica habitual del grupo en este cambio de siglo.

En Rather ripped (Geffen, 2006) la marcha de Jim O’Rourke ha dejado paso a unas guitarras más bellas y menos ariscas, tanto de Moore como de Ranaldo, los cuales consiguen trazar cristalinas melodías en gran parte del disco. De esta manera y con una Kim Gordon inspirada, consiguen introducirnos con dinamismo y seducción tanto en Reena (cuyo estribillo parece sacado de la chistera de Eels) como en el single Incinerate. Posteriormente, en Do you believe in rapture? la maquinaria thurstoniana desnuda casi por completo la melodía, despojándola de cualquier instrumento salvo sus simples rasgos de guitarra acompañados por unos suaves punteos, que nos introducen en una dulce meditación.

Desquitándose (o desquitándonos) un poco, tenemos en Sleepin around y Rats la excusa para degustar el carácter más sólido y sónico de la banda, aunque sin duda les falta la genialidad de antaño. Una de las mejores aportaciones de Kim en del disco es Jams run free, la cual empieza con una sombría melodía, deja paso a las enmarañadas guitarras de Moore y Ranaldo para acabar en uno de esos típicos pasajes tan cautivadores de los Sonic Youth. Por los mismos derroteros discurren Turquoise boy, otra composición de la compañera sentimental de Moore, y Pink steam. Ambas son claros ejemplos de la filosofía Youth, con estructuras más deudoras de jam sessions que de fórmulas radio hit.

Es curioso cómo en éstos más de veinte años de carrera la música de Sonic Youth parece haber intentado recoger retazos tanto de sus influencias “pre-Youth” (Television, Velvet, Stooges…) como de sus detractores “post-Youth” -como hizo el grunge en Dirty (DGC, 1992), Goo (Geffen, 1990), etc-. Este hecho genera una autoalimentación extra a la música de los de Nueva York, demostrando con maestría que para seguir en el candelero no hace falta repetir la misma fórmula de antaño ni caer en la complaciente comercialidad del mainstream. Suma y sigue. Y ya van veinte.

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