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[Reseña] Liam Gallagher – As you were

The boxer

Liam Gallagher es un luchador. Al menos así es como se ve él a sí mismo. Después de protagonizar durante casi 20 años una de las relaciones fraternales más tortuosas de la historia de la música, una auténtica guerra civil, el que fuera vocalista de Oasis no se da por vencido en su carrera y afronta el que es ya su tercer proyecto musical. Aparcado el de Beady Eye –con Gem Archer, Andy Bell y Chris Sharrock, otros tres miembros de Oasis– tras firmar apenas dos discos, esta vez se ha lanzado como artista en solitario mediante un álbum, As You Were, con el que está obteniendo excelentes resultados. Directo al número 1 en las listas británicas, vendió más de 100.000 copias durante la primera semana –siendo el noveno lanzamiento más vendido de la última década–, de las cuales más de 16.000 fueron ediciones en vinilo: el récord de los últimos 20 años. Pero, ¿realmente es para tanto?

Quizá excesivamente largo –15 canciones, 56 minutos–, el álbum contiene numerosos buenos momentos materializados en melodías carismáticas que reflejan la personalidad que todos conocemos de Liam: con altas dosis de altanería y un espíritu combativo que no rehúye ningún tipo de enfrentamiento. No parece que se considere el antagonista, es más: varias de sus canciones ahondan en la justificación de cómo es o cómo actúa, sentando cátedra frente a aquellos que, de un modo u otro, le contradicen. Sólo en For What It’s Worth muestra una pizca de arrepentimiento –“In my defence all my intentions were good / And heaven holds a place somewhere for the misunderstood / (…) For what it’s worth I’m sorry for the hurt / I’ll be the first to say, “I made my own mistakes””–, aunque achacando sus errores a una injusta incomprensión: “Cause I’ve been crucified for just being alive / Somewhere in the crossfire of this whispering war”.

Por el contrario, frases como “And the stone you throw / Will turn back in its path / One day you’ll shatter like a wall of glass” (‘Wall of Glass’), “I see you, you think you’re something / Well you’re nothing, you’re a butterfly / (…) I’m not afraid / I’m gonna face you all” (‘You’d Better Run’), “I just want you to know / It’s my time” (All My People / All Mankind) o “Who are you? / No one, no one” (I Never Wanna Be Like You) marcan la línea discursiva de As You Were, resultando un buen recetario de autoafirmación.

En lo morfológico es prioritario resaltar que hay pocos cortes que recuerden a Oasis o a Beady Eye. Si acaso la ya mencionada For What It’s Worth, Come Back To Me, canción de amor estándar, I’ve All I Need, también con cierto regusto a Placebo, o Universal Gleam, en la línea de Champagne Supernova. Obviamente el estilo es el mismo: un britpop no demasiado evolucionado pero en absoluto estancado, con arranques de rock crecido y una emoción transmitida mediante espacialidad y buenas melodías.

El distintivo de la soberbia, por un lado, se traduce sobre todo en Wall of Glass, con ritmo de apisonadora, en Greedy Soul, canción favorita de Liam y puñetazo directo de rock a la cara, como también lo es You’d Better Run, dedicada a los falsos aspirantes a rockstar, en I Get By y en una muy Kasabian –y una pizca Tame ImpalaDoesn’t Have To Be That Way. Por otra parte, temas como Bold –donde aborda, se enfrenta y se reafirma ante su divorcio–, Paper Crown, When I’m in Need, la carismática y suave Chinatown, All My People / All Mankind, un alegato por su propio brillo, o I Never Wanna Be Like You, pieza final, dilatan la intensidad del sonido general del disco abriendo una espacialidad siempre cargada de emoción.

Una selección más concienzuda de, por ejemplo, 10 u 11 canciones, habría hecho de este un pedazo de álbum. Porque mantener la tensión que propone el pequeño de los Gallagher durante casi una hora es prácticamente imposible. En cualquier caso, lo que deja claro Liam es que, más que un mártir o un ganador, es un luchador; un boxeador. Un tipo que tal vez tenga demasiados fantasmas y sombras a su alrededor, pero que se enfrenta a ellos y a sí mismo las veces que haga falta. No cambiará nunca; ¿y qué si no lo hace?

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